La «agenda» de la prensa con RUC


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Juan Carlos Tafur

Resulta bastante divertido, de no ser patético, apreciar a la prensa que ha inclinado la cerviz durante estos cinco años a punta de prebendas publicitarias, pretender erigirse ahora en la supervisora de la moral pública.

Ha hecho bien Ollanta Humala en cortar por lo sano con el impasse generado por su hermano, sobre todo porque ha recogido cabalmente los atisbos de irritación ciudadana legítimamente surgidos de una gestión a todas luces cuestionable.

Sin embargo, no puede dejar de ser sopesada la sonora desproporción entre el trato severo que desde antes de ser gobierno recibe, en comparación con el silencio punible que la prensa aprofujimorista ha guardado frente a, esos sí, faenones monumentales desplegados estos cinco años.

De los petroaudios, ni una sola línea. A lo sumo, cargando la tinta contra los presuntos delincuentes mayores (¡los chuponeadores!). Después, nada de nada de nada. Ni con el pétalo de una rosa.

¿Caso Comunicore? Pues tampoco. ¡Qué va! El arqueo publicitario de fin de mes los conminaba a prudente silencio frente a lo que han querido disfrazar como una evaluación exhaustiva de los alcances jurídico-penales de un basural evidente, como fue esa operación comercial digitada por la cúpula de la gestión municipal anterior. Pero a Villarán sí le dan con palo cuando no tiene ni seis meses en el cargo.

Bienvenido el ojo avizor respecto de cualquier amago de irregularidad que el nuevo gobierno cometa, que para eso está la prensa (¿no coleguitas?), pero que no nos vengan a tratar de vender el embuste de que han rescatado del desván de sus archivos periodísticos la vena fiscalizadora.

Para decirlo sin ambages, lo suyo no es preocupación moral por el país. Es chantaje maquillado de moralina, que lo único que busca seguramente es renegociar acuerdos bajo la mesa, además de revelar que el guión de estos años se seguirá ejecutando a pie juntillas. Que García y compañía, si no dueños de sus líneas editoriales, son concesionarios dispuestos a seguir exigiendo que el contrato de sumisión se cumpla.

El segundo gobierno aprista fue más inteligente que el fujimorismo. No tuvo la falta de elegancia de Montesinos de entregarles fajos de billetes. Lo hizo de acuerdo a ley –es un decir, claro, porque es éste un tema que el próximo Congreso deberá investigar-, en base a jugosos contratos publicitarios, absolutamente desproporcionados respecto de los grados de lectoría o audiencia obtenidos. Ha sido un subsidio cruzado con los dineros de todos los peruanos para lograr que el silencio absoluto y el ataque rastrero a los periodistas independientes sean la moneda común (hasta el propio García, en sus últimos meses de desenfado verbal, ha tenido el ataque de sinceridad de revelar su estrategia de utilizar a sus amiguitos en la prensa para difamar a aquellos que osaban sacar algunos, pocos aún, trapitos sucios de una gestión que el tiempo demostrará lo altamente corrupta que ha sido).

Allí están los columnistas con RUC, los monigotes que porque les dan un terno de canje ya se creen gente decente, los empresarios de medios genéticamente dispuestos al arreglo. A ellos, precisamente, hay que tenerlos siempre presentes, que la agenda del escándalo que buscan imponer ya sabemos que viene con la factura bajo el brazo.

http://diario16.pe/columnista/1/juan-carlos-tafur/931/la-agenda-de-la-prensa-con-ruc

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