Cuidado: golpe avisa


Rocío Silva Santisteban

Estamos indignados ante los miles de soles que los congresistas se han autoasignado por gastos de representación frente a los pospuestos ajustes salariales de médicos, policías, maestros, profesores universitarios, enfermeras y un largo etcétera; pero sugerir que se cierre el congreso, a pesar de que es mediocre, poco productivo, que se mueve en componendas y sanciona por venganza, es sumamente peligroso.

Nuestra democracia es precaria y como sostiene Fernando Tuesta, es probable que si se cierra el congreso, la mayoría aplauda el gesto populista, pero eso no solo implicaría quedarnos sin uno de los poderes del Estado, si no plantear el aislamiento del Ejecutivo a sus anchas, con un Poder Judicial aún perdido en sus propios laberintos y un Poder Electoral que no podría frenar el sinnúmero de leyes, decretos legislativos y otras modalidades de modificaciones legales a sola firma del Presidente.

Cuando el 5 de abril de 1992 Alberto Fujimori cerró el congreso y envió a la policía a detener a los presidentes de ambas cámaras legislativas, el gran sector de la opinión pública aprobó entusiasmada. Y no era un congreso peor que éste. La gente se sentía defraudada y pedían mano dura. Autoritarismo y desarrollo. Y lo tuvieron. Por supuesto que también tuvimos, todos, corrupción, fraudes al fisco, malversaciones de fondos, medios vendidos por billetes puestos en torres, un asesor de inteligencia que era el verdadero dueño del Perú, asesinatos selectivos dizque en defensa de la supuesta democracia y un caos moral del cual aún ahora no nos recuperamos.

Lo peor de todo es que TODOS hemos visto, gracias a la red más grande de corrupción grabada en video –los vladivideos– a decenas de personajes de todo orden, magistrados del Poder Judicial (ah, ¿ya olvidaron acaso a Rodríguez Medrano?), de la Fiscalía, generales del Ejército, de la PNP, pero también a los Crousillat, a Raúl Romero, a Gisela Valcárcel y a decenas de congresistas fujimoristas, pasar por la salita del SIN para sonreír y hacer las genuflexiones de rigor ante el Rasputin de Fujimori, y eso… si es que no les caían unos billetitos en su sobre manila.

Lo que comenzó con el autogolpe hiperaplaudido por los peruanos que prefieren que la política “se las hagan” fue esa laxitud moral y ética que primero pide mano dura, autoritarismo, un macho en el poder, y luego se pervierte con el agresivo e inmoral “que robe pero que haga” o en el asqueroso “todos somos conversables” que Raúl Romero esgrimía para hacernos creer que los peruanos somos de su baja calaña. Felizmente en esa época hubo gente que le dijo NO a Montesinos y a Fujimori, y recuerdo a Manuel Delgado Parker, por ejemplo, o a la misma Gisela Valcárcel.

Sin todo ese deterioro político que  comenzó cuando cerraron el congreso, no podemos olvidarlo torpemente. Ahora lo que nos toca es pedir renovación por tercios y eliminar el voto preferencial, convertido en el caballo de Troya del clientelismo de los congresistas e iniciar una movilización ciudadana cuestionando a las personas, pero no a las instituciones per se, porque aunque sean precarias nos permiten evitar el descalabro del poder en unas pocas manos.

http://www.larepublica.pe/columnistas/kolumna-okupa/cuidado-golpe-avisa-08-01-2013

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