Paranoia Heredia

Jerónimo Centurión

Alan García respira tranquilo, Keiko Fujimori anda china de risa, Toledo celebra, PPK saca su carné de descuento en Mifarma. El Comercio le dedica una editorial celebrando su decisión, los noticieros repiten la noticia todo el día. Según los gurús de la economía peruana, su indecisión estaba ahuyentando las sagradas inversiones e incluso afectando la gobernabilidad. Nadine Heredia ha dicho que no postulará y la clase política peruana, aquel grupo abstracto de personas con ideología difusa y sentido de la oportunidad afilado, celebran la decisión de la primera dama con descarada euforia.

Es que, cuando se asume un proceso electoral como una carrera salvaje donde se prioriza descalificar al oponente antes de convencer al electorado del valor de tu propuesta, algo anda mal. Muy mal. Y eso es lo que viene ocurriendo en los últimos procesos electorales en el país. Lo interesante, en este caso, es que los cuchillos se han adelantado un par de años.

No se trata de ser puritanos. Nada de eso. La guerra es sucia por naturaleza y las batallas políticas no son ni de asomo una excepción. Pero, todo a su tiempo. A más de dos años de las elecciones, este debería ser el momento en el que los partidos políticos refresquen sus bases, generen debates políticos, interactúen con la gente en las calles para saber sus inquietudes y buscar aliados.

Este es el momento de pensar, producir ideas, generar activismo, buscar despertar del letargo a una ciudadanía que no confía en los políticos. Es hoy cuando los diferentes movimientos, tanto de izquierda como de derecha, así como aquellos que dicen estar en ese absurdo e indefinido “centro”, deberían mostrarnos la mejor de sus caras e intentar explicarnos, por ejemplo, en qué se diferencia su posición de centro de la de su oponente.

Es ahora cuando deberían devolvernos la confianza en el ejercicio político el cual, al final de cuentas, no debería ser otro que el buscar el bien común. Es momento de pensar, discutir, evaluar qué pasa en los países vecinos. Preguntarnos, por ejemplo, qué sucede con los países en teoría socialistas de la región, por qué les va de manera tan distinta. ¿Qué lleva a Cristina Fernández a desplomarse en las encuestas? ¿Y qué pasa con Correa, quien, según Perú 21, tiene un 86 % de aprobación?

Pero, como ciudadanos también tenemos retos. Para poder exigir cambios, debemos estar informados. En Perú, la ley obliga a una adolescente a tener el hijo de su violador. Si queremos que esto cambie debemos enterarnos, debatirlo, saber qué pasa en otros lugares y ejercer presión en nuestros representantes para que hagan algo al respecto.

Nos guste o no, aquellos congresistas y políticos que nos gobiernan, son nuestros representantes y mientras no les demostremos indignación o civismo, ellos seguirán aprovechándose de nuestra desidia. Ellos son producto de ella y eso no cambiará, si nosotros no cambiamos antes.

En medio de ese panorama mediocre, Nadine Heredia, la joven esposa de Ollanta Humala generó temor, envidia, recelo, paranoia. La mujer no es brillante, sólo bastó que se empine un poco sobre el status quo cotidiano para generar un estado de miedo ridículo. Dejémosla trabajar en paz y hagamos lo nuestro, que hay mucho, muchísimo por hacer.

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