Una tabla de salvación para el sistema forestal

Róger Rumrrill

Para la mayoría de los peruanos este invalorable tesoro de la naturaleza y de la vida es poco menos que un botín.

En una crónica titulada “Madera, el tesoro que anhelan los piratas del Amazonas” publicada en el diario “El Colombiano” el 11 de octubre de 2013, el periodista Nelson Matta entrevistó a un empresario maderero brasileño, Raimundo Grasa, dueño de un aserradero en el pueblo de Benjamín Constant, en la Triple Frontera entre el Perú, Brasil y Colombia.

El maderero dice pestes contra su gobierno y el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) por las normas que impiden la libre extracción del bosque y sobre todo del cedro. “El problema es que aquí no manda el gobierno brasilero, sino los ecólogos europeos”, afirma.

Luego, su rostro adusto se suaviza y su mirada triste se ilumina mirando en dirección al río Yavarí en la frontera peruana: “Aquí todo está prohibido, pero en el Perú todo el mundo trabaja, por eso nos toca comprar la madera cortada de allá”, expresa con un tono de ilusión.

El enviado especial del diario colombiano describe luego el tráfico y el comercio ilegal de madera y de otros productos de la biodiversidad, un inmenso negocio de biopiratería que se origina principalmente en territorio peruano.

Resume y sintetiza su percepción con estas frases: “Pasando el río Yavarí, a dos minutos de Benjamín Constant, donde el pobre Raimundo observa con desconsuelo, está la selva peruana, escenario de una fulgurante comercialización de madera”.

EL BOTÍN DE LA BIODIVERSIDAD 

El 22 de mayo se celebró el Día Internacional de la Biodiversidad Biológica. Ese día, el decano nacional del Colegio de Biólogos del Perú, Sandro Chávez, nos recordada que el Perú es un auténtico banco genético mundial: poseemos 84 de las 117 zonas de vida del planeta; ocupamos el segundo lugar en el mundo en aves, con 1816 especies; el quinto lugar mundial en mamíferos, con 515 especies; 2 mil especies de peces de mar y de aguas continentales nos ubican en el primer lugar del ranking; 25 mil especies de plantas con flor, nos colocan en el octavo lugar; y el primer lugar en el planeta en mariposas, con 3532 especies. Solo para citar algunas especies de nuestro stock genético.

Sin embargo, para la mayoría de los peruanos este invalorable tesoro de la naturaleza y de la vida es poco menos que un botín a ser tomado, saqueado, despilfarrado, usado irracionalmente y finalmente destruido.

Somos un país con poca o ninguna educación y conciencia ambiental, con una subcultura cortoplacista, primario exportadora, rentista y extractivista que nos conduce inevitable e irreversiblemente a devorarnos la gallina de los huevos de oro de nuestro mayor capital, nuestra diversidad genética.

LA TALA ILEGAL

 De todo este tesoro de biodiversidad, el bosque, que es además la matriz que sostiene a toda la cadena de vida de la naturaleza, es la riqueza más amenazada por el extractivismo, la ilegalidad, la corrupción y también el cambio climático.

Veamos. Todos los expertos coinciden en que el mayor peligro y riesgo para el bosque es la deforestación. El Perú poseía 70 millones de hectáreas de bosques, 90 por ciento de ellos en la Amazonía.

La deforestación anual según una investigación de Elsa Galarza, Karlos La Serna y la Universidad del Pacífico y otros estudios, fue en 1995 de 261,158 hectáreas, es decir,727 hectáreas por día.

Es posible que esa cifra oficial del INRENA correspondía solo al 50 por ciento o menos de la deforestación real en ese año.

A esta velocidad de deforestación, que cada día se incrementa, a las 68 millones de hectáreas de bosques amazónicos que todavía tenemos le quedan pocos años de vida.

El sistema forestal peruano, construido en su mayor parte sobre la ilegalidad a lo largo de toda la cadena-concesiones, extracción, comercialización y exportación- como es lógico tiene una mínima significación en el economía legal y formal del país.

Las cifras están a la vista. El Perú es el noveno país en el mundo en extensión de bosques tropicales. No obstante, solo participa del 0. 00067 por ciento de este comercio a nivel mundial que alcanza los 150 mil millones de dólares anuales, o sea 100 millones de dólares. Apenas el 0.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI) del Perú.

Todo lo contrario ocurre en Brasil. Su industria maderera representa el 8.5 por ciento del total de su exportación, mientras que en Chile la industria forestal aporta con el 14.7 por ciento del total exportado.

Porque Chile, sin tener ni la superficie ni la diversidad de especies que posee el bosque peruano, tiene plantaciones forestales, un sistema de administración y gestión modernas y una industria de transformación con alto valor agregado.

Salvo el despojo que han sufrido, como en el Perú, las tierras y territorios forestales de los indígenas mapuches por parte de las multinacionales papeleras.

MAR DE FONDO

 ¿Pero cuál es el mar de fondo para que el sistema forestal peruano esté como está, hundido en el caos, la informalidad, la ilegalidad y la corrupción?

Las causas de esta crisis, señalada por los expertos nacionales y extranjeros y por las organizaciones nacionales e internacionales que estudian y han estudiado esta problemática, sería larga e interminable.

Pero anotemos solo algunas que nos parecen las de fondo: carencia de una institucionalidad forestal eficiente y moderna, por parte del Estado; inestabilidad normativa, cambios y modificaciones en las reglas de juego del sistema, regímenes paralelos y que se duplican y contraponen, casi inexistente o frágil gobernanza forestal y, en el fondo, la madre de todas las derrotas, la corrupción endémica.

El resultado de este caos es que el sistema de concesiones establecida por la Ley 28307 en el año 2002 nunca ha sido materia de una reingeniería, pese a sus fallas, omisiones y errores; que el tráfico de títulos y de permisos de extracción forestal en las CCNN de toda la Amazonía es producto de haber transferido estas obligaciones y competencias a los Gobiernos Regionales sin pautas, normas ni procedimientos precisos, con ambiguedades que se prestan al doble juego y a la corrupción; que en todos los eslabones de la cadena forestal se produzca el “blanqueo” de la madera.

De allí que el 80 por ciento de toda la madera de consumo nacional y de exportación sea madera ilegal, “blanqueada” como el dinero sucio del narcotráfico en el sistema legal.

Por supuesto, como en todo sistema, hay pequeñas islas de buen funcionamiento. Pero una golondrina no hace verano.

La Ley Forestal y de Fauna Silvestre 29763 y su reglamento aún en debate deben reemplazar a la Ley 27308. Para la mayoría de los expertos consultados esta norma es más de la mismo o peor. Porque la ley no toca, para poner solo un ejemplo de sus omisiones, el sistema de habilitación, semiesclavista y precapitalista, que hace de la extracción forestal una actividad abusiva, explotadora e inhumana.

Así como el Estado peruano, criollo, monolingue y de origen colonial, necesita con urgencia una profunda reforma para ser funcional a la nación multilingue y multicultural que tenemos, el sistema forestal necesita una transformación total.

Pero hay poderes económicos, políticos y burocráticos enquistados en el sistema que impiden este cambio. Verdaderas mafias de extractores, exportadores, funcionarios, expertos, consultores, que parasitan y fagocitan el sistema.

El cambio llegará. Porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Sobre todo el cuerpo de la Madre Naturaleza.

http://laprimeraperu.pe/columna/una-tabla-de-salvacion-para-el-sistema-forestal/

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