Perú: Ay, si Cajamarca fuera Lima

Jorge Pereyra

Esta es una noticia de último minuto. Una gran empresa minera transnacional, durante su proceso de exploración, ha descubierto gigantescos depósitos de oro y cobre en el subsuelo de Miraflores, La Molina, Surco, San Borja y San Isidro.

La veta más enorme se encuentra en Chacarilla del Estanque. Animadas por estos descubrimientos, otras empresas mineras extranjeras también evalúan participar y sumarse a la explotación de esos inmensos recursos minerales a tajo abierto.

Naturalmente que este descubrimiento haría olvidar el latente conflicto social que vive actualmente Cajamarca, que estuvo varios meses militarizada y en estado de emergencia, y cuya población vela con los dientes apretados a sus cinco muertos y se opone masivamente, ahora más que nunca, al ecocida proyecto minero Conga. Algunos analistas estiman que este descubrimiento le ha caído del cielo al actual régimen narco-minero-militar y haría que el indicado conflicto pase a un segundo plano.

La transnacional minera sostiene que se podría usar el Estadio Nacional como poza de lixiviación para verter allí el agua cianurada y utilizar también las límpidas aguas del río Rímac.

Sin embargo, pobladores “pitucos” de los distritos limeños afectados han salido a las calles a protestar airadamente porque no fueron objeto de “consulta previa” y porque temen que sus propiedades y terrenos sean expropiados por el Estado a precios irrisorios. Ante la furibunda reacción de las clases medias altas, la derecha mediática concentrada se ha apresurado a declararlos “antimineros”, “terroristas”, subversivos, enemigos de la Patria, y de la inversión y el desarrollo del país.

Rosa María Palacios, Jaime de Althaus, Aldo Mariátegui, Cecilia Valenzuela, Mónica Delta, el cardenal Cipriani, y toda la bancada fujimorista, aprista y pepekausista, les han advertido que deben colaborar con la Patria o, de lo contrario, pronto serán desalojados de sus viviendas. Les han increpado, asimismo, su falta de sensibilidad social pues el Perú, según ellos, es un país minero desde hace 500 años y el modelo macroeconómico neoliberal no debe detenerse de ningún modo pues la bonanza y riqueza de las grandes empresas estadounidenses, chilenas y peruanas están apuntaladas por dicho modelo.

En consecuencia, el gobierno ha dispuesto, por tanto, el traslado de la población de dichos distritos pudientes hacia el norte del país, por la ruta hacia el Cono Norte, y les ha autorizado que invadan cualquier arenal que encuentren a su paso.

Por otra parte, los vecinos de los barrios populares de San Juan de Miraflores y Villa El Salvador han efectuado una serie de marchas de protesta ante probables rumores de que algunos de los desalojados de Miraflores, San Isidro, Surco y La Molina podrían ser reubicados en sus distritos.

Los moradores de esas zonas populares han comenzado a levantar grandes rejas y a tender alambrados de púas para impedirles el ingreso a sus vecindades porque según se lee en sus pancartas dichos “pitucos” son gente de mal vivir.

Pero, en un último flash informativo, se afirma que la gigantesca veta de oro y cobre llega incluso hasta Palacio de gobierno y que por allí empezarán precisamente los trabajos de extracción del oro y la construcción de un inmenso tajo debajo de la Casa de Pizarro. Naturalmente, al conocer este hecho, Nadine Heredia, la esposa del presidente Humala, lo ha abandonado y se ha sumado a las manifestaciones saliendo a las calles a protestar, acompañada de su suegro Isaac Humala y de Alejandro Toledo con su infaltable vincha.

Los únicos que se han quedado al lado del presidente y permanecen fieles a él son Roque Benavides, Keiko Fujimori, PPK, Lourdes Alcorta, Alan García y Jaime Bayly.

Y de pronto, me desperté…

Y como en un flashback regresé al pasado, a la combativa Cajamarca del 2012. Los helicópteros sobrevolaban el cielo de Cajamarca, las barricadas interrumpían el tránsito de los vehículos, y masivamente la población desfilaba por las calles voceando su malestar, repudio, descontento y oposición a Yanacocha y a su engendro ecocida Conga.

Todo había sido un sueño. Y había despertado otra vez a una amarga realidad.

Pero nadie negará que una ficción de este tipo hubiera contribuido a desnudar la hipocresía de algunos limeños y de sujetos despreciables como Rosa María Palacios, Cecilia Valenzuela, Aldo Mariátegui, Jaime De Althaus, y demás fauna mediática.

Y me muero de ganas por saber qué opinarían, de esta inversión de la realidad, los mencionados figurones de la derecha minerómana peruana.

A veces la ficción es más convincente y aleccionadora que la misma realidad.

Y los sueños, sueños son, aunque en ella figuren los dueños del Perú.

(Facebook de Jorge Pereyra Terrones; 21.3.201)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*