Perú: Las reglas y dineros de la campaña

​Francesca Emanuele

Los que nos ilusionamos con un cambio el mismo domingo tu­vimos que asumir la continua­ción del status quo institucio­nal. La posibilidad de una presidenta como Verónika Mendoza hizo que muchos nos llenásemos de esperan­za. Con ingenuidad, consideramos que habría pocos imbéciles en la tierra que se tragaran la farsa de ‘’terruca’’. Mu­chos pensamos que pasaría a segunda vuelta al ser la candidata más honesta. Precisamente por eso no pudo, pues el Perú se zambulle en deshonestidad y corrupción y, al menos hoy, para ser presidente hay que jugar con esas vo­mitivas reglas.

Mientras la campaña del Frente Am­plio costó 52 mil soles; la del partido de Keiko, Fuerza Popular, 120 veces más que el FA (6.3 millones); y Perua­nos Por el Kambio de PPK, 64 veces más (3.4 millones). Estos datos pro­vienen de la fiscalización de la ONPE, que también denunció forados tanto en el caso del partido de PPK como en el de Fuerza Popular. Tal vez sea una coincidencia que ambos líderes tengan vinculaciones con los paraísos fiscales destapados en los Papeles de Panamá o tal vez esto demuestre que son consecuentes con sus actos, y si antes gustaron de esconder dinero, pues ahora también.

Las irregularidades están a la orden del día, pero no solo porque la ONPE lo diga o porque los peruanos lo no­tamos cuando descalificaron a 2 can­didatos o cuando la valla electoral de­cidida por el JNE se mantuvo en 5% para beneficiar al Apra, sino porque la prensa y la comunidad internacio­nal –incluso la congraciada con los re­sultados– lo expresa, como la OEA y The Economist.

Algunos dicen que con Keiko y PPK el Perú ha involucionado. No lo creo. Lo que siento es que el Perú se ha sin­cerado y ha colocado luces de neón señalando esos hilos que mueven al país, antes disimulados tras un Ollanta Humala traidor. Afortunadamente, sa­bemos que Verónika no será así. Para muestra, tenemos su plan de gobier­no, donde nunca se doblegó medidas tan impopulares, en un país católico, como la legalización del aborto y el acabar con el concordato de la Iglesia.

Con un Perú hoy desnudo y sobre las bases de la honestidad de una nueva izquierda, los que marchitamos nues­tras esperanzas el domingo debemos empezar a reconstruirlas.

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