Perú: Se acerca el invierno

Pedro Salinas

No sé si lo ven igual que yo, pero ahí va. Las elecciones de hoy son una suerte de referéndum. Democracia o autoritarismo. He ahí la cuestión. Independientemente de los resultados, que conoceremos hoy mismo en la tarde, ese es el tema de fondo. Bueno. Es lo que pienso.

Y claro. Como vivimos en el Perú, me pongo en el peor escenario, el de desbarrancarnos, digo. Así las cosas, deberíamos irnos preparando para el próximo quinquenio, en el que, gane o no el fujimorismo, su hegemonía en el Congreso ya lo convirtió en un agente del populismo autoritario que vuelve con sangre en el ojo y los dientes pelados. Pero si encima logra enfundarse la banda presidencial, agárrense todos. Porque todo lo impensable ocurrirá. Fujimori será liberado. Montesinos volverá a mover sus hilos desde la prisión. Cipriani se empoderará como en los viejos tiempos. El periodismo independiente simplemente desaparecerá de algunos medios, que, ya adivinarán, se acomodarán a los intereses del caciquismo anaranjado.

Así que hoy toca vieja batalla. Evitar que el poder absoluto, que siempre trae corrupción a raudales y abusos y censuras y amenazas, vuelva a entronizarse entre nosotros. ¿Cómo? ¿Que no se veía venir? Faltaría más. Dos argumentos reiterativos que tienen que ver con el repunte fujimorista han ido en la línea de que, primero, un gobierno de mano dura terminará con la inseguridad, y segundo, un gobierno con mayoría parlamentaria podrá hacer las reformas económicas que hasta ahora no han logrado hacerse. Y oigan. Esto no me lo estoy inventando, sino que lo he escuchado demasiadas veces en las últimas semanas.

Y que conste en actas que a mí no me gusta PPK, pues no lo veo como el heraldo de la democracia ni cosa por el estilo, pero luego de haber observado con estupor el caso de Joaquín Ramírez y el de José Chlimper, qué quieren que les diga, uno siente la necesidad de salir corriendo hacia cualquier parte. Ignoro si eso también les ha pasado a ustedes, pero si existe dios, está claro que dios no es peruano. O está borracho, o tiene mala entraña, o algo le hemos hecho para que nos tenga semejante ojeriza. Porque las cosas están así, les cuento. Al punto que uno se alucina tripulante del Titanic. No sé si consigo explicarme.

Quienes no piensen como el arriba firmante, consideren por un segundo lo que les estoy diciendo. O repasen lo que acaba de suceder hace poquito nomás con el secretario general del fujimorismo, quien es uno de los principales financistas de este grupo político, y se encuentra actualmente bajo una investigación de la DEA. Hablamos de Joaquín Ramírez, un excobrador de combi que ahora amasa una fortuna que no sabe cómo justificar. Y ya ven. A Keiko le importa un pimiento si su secretario general está siendo investigado por lavado de activos, mientras que a otros militantes de su grupo político los ha choteado por menos. ¿Por qué no lo hace? Porque, ya lo dije, es su principal financista. Sin Ramírez, Fujimori no tendría dónde despachar o cómo movilizarse o cómo solventar una parte importante de su campaña.

Y ahora, que mis amigos empresarios y ejecutivos asistentes a todos los CADE habidos y por haber, no me digan que lo de Pepe Chlimper, el candidato a la vicepresidencia del fujimorismo, quien parecía representar lo más “decentito” del fujimorismo, no es un escandalazo y confirma que no hay fujimorismo bueno y fujimorismo malo. Porque su maniobra para torcer la verdad y manipularla a través de un programa de televisión, es justamente eso. Una manifestación de lo peor del fujimorismo ramplón de toda la vida.

Encima, Keiko, en diferentes momentos, defiende a ambos. Justificando lo injustificable. Bueno. Si eso lo estamos viendo ahorita, que todavía no se han puesto la banda presidencial ni han tomado posición de sus curules, imagínenselos detentando todo el poder. Todo. Porque además van a tratar de sumar a más políticos travestistas y chaqueteros, que, sin ningún escrúpulo, se prestarán a lo que sea con tal de ser parte de un gobierno al que le importará un pito la democracia, el equilibrio de poderes y la prensa libre.

Porque así será. Créanme. Acá no hay tutía. Keiko y su padre comparten el mismo ADN político. El cual, como definió El Comercio hace poco, es algo así “como un ADN inescrupuloso que trasciende los tiempos y los cambios (…) (al cual) le calza particularmente bien aquella expresión de Martín Fierro: ‘Si la vergüenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar’”. Pues eso.

Después no vengan con que no estaban advertidos. Y que quede en negro sobre blanco que a Keiko Fujimori no la estoy juzgando por su pasado, o por ser la hija de un sátrapa, sino por su presente y su ética laxa.

http://larepublica.pe/politica/774070-se-acerca-el-invierno

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