100 años de la PUCP: Resistir e Insistir

Claudia Cisneros

“El prójimo ha muerto”, dijo parafraseando el “Dios ha muerto” de Nietzsche el padre Gustavo Gutiérrez durante la celebración del centenario de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El prójimo, señaló enseguida Gutiérrez, solo existe en una relación, en un acercamiento empático. Si no nos acercamos al otro, no podemos hablar de un prójimo, añadió.

Desafortunadamente, en tiempos actuales, el otro más desfavorecido, el pobre que no solo es pobre económico, sino pobre en educación, en salud, en participación, ha dejado de ser un prójimo para los más privilegiados de las sociedades contemporáneas. Es el resultado de un sistema económico desligado de las necesidades reales de las personas y que ha convertido a ese otro desfavorecido en un ser humano “sin derecho a tener derechos” (dijo Gutiérrez, parafraseando a la filósofa Hannah Arendt).

Que el padre Gutiérrez ofrezca la “Lección Inaugural” de los 100 años de la Pucp compartiendo la mesa de honor con el rector Marcial Rubio, el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, y el cardenal Giuseppe Versaldi tiene sentido y significancia particular. Gutiérrez, autor de la Teología de la Liberación, una corriente de pensamiento dentro de la Iglesia Católica que prioriza la atención de los más pobres y necesitados en una praxis religiosa que no solo se concentra en la caridad, sino que propone que los miembros de la Iglesia deben incluso ser un vehículo para lograr cambios políticos estructurales enfocados en erradicar la pobreza.

Durante décadas en que la Iglesia Católica estuvo liderada por Papas de línea conservadora, Gutiérrez y sus seguidores fueron desde amonestados hasta acallados, cuando no investigados por sospecha de ser “revolucionarios”. Pero los tiempos cambian y la reciente reunión que Gutiérrez tuvo con el actual Papa fue vista como una reivindicación de su talla intelectual, aporte humanístico y compromiso social. De hecho, el papa Francisco critica hoy el capitalismo salvaje que hace décadas Gutiérrez y otros ya vislumbraban como empobrecedor de los más pobres y ensanchador de las brechas socioeconómicas. En la Pucp (para desgracia de Cipriani), Gutiérrez siempre tuvo un lugar importante por su gran aporte a la humanidad.

El triunfo del progresismo inclusivo, entendido como el ejercicio de ideas, por encima del conservadurismo excluyente e impositivo muestra por qué la Pucp es la universidad más sólida del Perú, en su pluralidad y diversidad cultural. Por este motivo el triunfo de la Pucp contra Cipriani no solo fue judicial, fue también el triunfo del humanismo de Gutiérrez por sobre el imperialismo de Cipriani, y muestra con claridad de qué está hecha la Pucp luego de 100 años de vigencia. En ese sentido, Gutiérrez encarna la experiencia religiosa que reconcilia teoría y práctica en favor de la sociedad, mientras Cipriani encarna la conveniencia religiosa homologante e impositiva.

Gutiérrez en la mesa de honor es también una muestra de cómo la Pucp, pese a los viles ataques de Cipriani y de sus mensajeros, da cuenta de la importancia que la universidad le otorga a la religiosidad como orientadora de las personas para canalizar su fe en aquello que deciden querer creer. Incluso más allá del horizonte católico. En mi opinión, quizás el mayor aporte de la Pucp es haber otorgado durante cien años, a los miles de estudiantes y profesionales que han pasado por sus aulas además de conocimientos y valores, herramientas para construir un propio aparato crítico necesario para afrontar cualquier instancia de acción pública y privada. No hay poder, no hay ideología, no hay conocimiento, ni creencia o autoridad que no se pueda o se deba cuestionar y analizar, críticamente.

Las universidades o centros de estudios como corporaciones de lucro doloso que empobrecen al estudiante y a la persona, robándoles su dinero, tiempo, esfuerzo y oportunidades, son un ejemplo del pragmatismo económico que ha penetrado todas las capas y actividades de la sociedad, incluyendo la actividad educativa. La Pucp ha logrado resistir (pese al relativo encarecimiento de las pensiones) e insistir en una enseñanza de conocimientos que solo se completa con valores cívicos, democráticos y humanistas. ¡Gracias, Pucp! Por resistir e insistir.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/859342-100-anos-de-la-pucp-resistir-e-insistir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*