Don Dionisio

César Hildebrandt

«Nosotros, que estamos con la patria siempre, que ganamos nuestra marmaja con nuestro esfuerzo y muchas veces el sacrificio de la vida, tenemos que tomar una posición sobre el asunto del colega Dionisio Romero Paoletti. La tenemos que tomar por ser de justicia pronunciarnos y porque hemos escuchado (y leído) tantas cosas fuera de tono, que no podemos seguir en silencio viendo cómo tasajean y diezman a un señor de señores.

Felizmente que la mayor parte de la prensa, que es decente, ha sido muy comedida con Don Dionisio, pero hay otros que se creen santos varones y que despotrican como si en el cielo ellos tuvieran derecho de admisión. A estos nos vamos a referir.

¿Qué se han creído estos hipócritas? ¿Serán los llaveros de San Pedro? ¿Serán los capazotes de la virtud? No hay derecho.

Don Dionisio Romero Paoletti, como su padre, ha contribuido, con la grandeza de sus realizaciones, a que el Perú salga de perdedores. Y eso lo que produce es envidia.

Tenía razón Don Dionisio cuando puso de la suya para evitar que en el Perú los comunistas volviesen a las andadas, como lo hicieron cuando el resentido cachaco Velasco Alvarado malgobemó este país bendito.

No hay ninguna duda de que el Plan Maquiavélico de Hugo Chávez era poner aquí a un hombre de su confianza para repetir la porquería castrista que estaba haciendo en su patria. Ese hombre del encargo era Ollanta Humala, que lo único bueno que había hecho fue matar a algunos comunistas en el Huallaga. Pero el valiente Capitán Carlos con el tiempo se convirtió, contagiado sabe Dios por quiénes, en el Comandante Humala que el comunismo internacional venezolano estaba financiando, según lo denunció la valiente periodista Cecilia Valenzuela.

Ante eso, Don Dionisio tomó el toro por los cuernos, como siempre, y le dio un capital firme a la señora que en ese momento -y ahora también- representaba la salvación del país, del mismo modo que su padre encarnó los más altos valores de la república cuando nos gobernó en esa década prodigiosa 1990-2000.

Lo hizo Don Dionisio como hacen sus cosas los hombres de verdad: sin dudas ni murmuraciones y sin pedir recibos ni constancias en papel. ¡Y claro que hizo bien! Gracias a la campaña en redes que también se financió con sus fondos Pro Democracia el “comandante rojo” firmó un acta de sujeción al sistema y se comprometió a no hacer las barbaridades que su patrón, Hugo Chávez, venía haciendo en Venezuela. Gracias a Don Dionisio y a quienes, como él, apoyaron la causa nacional, el gobierno de Humala no nos llevó al abismo y, más bien, fue apoyado por las fuerzas vivas de Capeco, la Sociedad Nacional de Industrias, la Asociación de Exportadores y la propia Confiep.

Ahora vienen periodistas de las ONG y calumnistas (sí: calumnistas) de la peor tinta a tratar de hacerle cargamontón a Don Dionisio. Eso es algo que los peruanos de bien no podemos permitir. Don Dionisio es parte del patrimonio nacional y sus empresas son la mejor cara que el Perú puede ofrecer al exterior. Sólo el comunismo malsano y la envidia pueden decir lo contrario.

Escribimos esto, con la asesoría de nuestros abogados, porque queremos dejar constancia de que hay en el Perú gente que sabe apreciar lo que hicieron personajes como Dionisio Romero Seminario y su hijo Dionisio Romero Paoletti. A ellos nuestra eterna gratitud.

Lima, 21 de noviembre de 2019.

FIRMAS:

Luis Pardo, Emilio Willman, Carita Cipriano Moreno, Tirifilo Gerson Gálvez Calle, Caracol Juan Berríos, Cara de Chancho Federico Perochena, Loco Gabriela Iparraguirre, La Loba Félix Grández, Bebacho Oswaldo Gonzales, Django Alexander Pérez, Gringasho (Siguen firmas)

ORGANIZACIONES:

Pitufos del Fortín, Bravos de Canevaro, Intocables Ediles, Topos de Santa Anita, Piratas de Pucusana, Chuquis de Campoy, Urracas de Barrios Altos, Ratas de Amauta, Cuellos Blancos del Puerto, Solidaridad Nacional, CEN de FP, PAP»

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 469, 22/11/2019

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