Perú: “Elecciones serán una guerra de imágenes con mensajes huecos”

Carlos Basombrío      (Entrevista de Patricia Quispe)

Tras una semana de inscripciones partidarias y negociaciones electorales ya se perfila el cartel de candidatos a la Presidencia en las elecciones generales de 2021. El exministro del Interior y analista Carlos Basombrío ausculta en esta entrevista sus debilidades y alerta sobre el riesgo que estas implican para la estabilidad política de 2021 en adelante.

Empiezan a decantarse las candidaturas a la Presidencia. ¿Cómo ve el inicio de la campaña?

Estas elecciones terminan siendo parecidas en algunas cosas a las de 2016, pero diferentes en otras. No se ha consolidado la reforma política que buscaba cambiar las reglas del juego electoral para hacerlo más racional, menos azaroso. Hay cambios importantes, como las restricciones a las personas que tienen condena, mejoras en fiscalización de dineros ilegales, pero también (…) exceso de candidaturas que hace que tengamos una oferta tan dispersa que hace poco posible que el elector se interese en campañas con muy poca discusión seria de la política. Se mantiene el voto preferencial, (…) por tanto, vamos a tener este carnaval de candidatos al Congreso disputándose entre ellos la elección…

Y esa multiplicidad de candidaturas amplía la oferta electoral parlamentaria, por lo que se avizora una composición del Parlamento fragmentada y eso reeditará las taras de los últimos años.

Quizás tengamos más candidaturas que en periodos anteriores. Son 24 partidos –aunque la expresión partido requiere ponerse en comillas, en la mayoría de los casos– que están inscritos y el que deje de presentarse pierde la inscripción. Eventualmente, algunas alianzas se podrán producir, pero no pareciera que eso esté ocurriendo. Entonces, vamos a tener 21 o 22 candidatos en un contexto en el que a la inmensa mayoría de la población no le gusta los políticos.

Ya surgen algunas candidaturas con el respaldo de partidos o alianzas, como las de George Forsyth con Restauración Nacional, Fernando Cillóniz con Todos por el Perú…

No son alianzas. Cuando hablo de alianzas, yo pensaría en, por lo menos, dos membretes que se unen, ya ni siquiera partidos. Esas son incorporaciones a la militancia de un partido dado que el Congreso –a mi modo de ver, equivocadamente– ha impedido que los partidos inviten personas para postular. Ergo, quien quería entrar tiene que inscribirse, es la misma fórmula del vientre de alquiler cambiada ahora por el ingreso a la militancia por circunstancias normativas.

No hay convicción ideológica o factor principista en lo que une a estas individualidades con agrupaciones políticas.

Las personas que se están inscribiendo lo hacen en agrupaciones que no tienen una descripción ideológica. ¿Qué piensa Restauración Nacional? No lo sé. ¿Qué aporta en ideas Forsyth? Tampoco se sabe. ¿Qué piensa Somos Perú? Hace unas semanas se decía que el candidato sería Roberto Chiabra. Hay ahí un traslape que tiene que ver más con la fragilidad del sistema de partidos que con visiones y concepciones de la vida política. Hay también agrupaciones como la de Ollanta Humala –que no creo que va a postular– que tienen que ver también con ¿cómo me protejo mejor en un contexto en el que me están juzgando? En su caso, por cuestiones de corrupción.

¿Cuál va a ser el papel de esos partidos que tienen a sus líderes investigados, como Ollanta Humala o Keiko Fujimori?

También están Yehude Simon, que le ha prestado su partido a Verónika Mendoza, o Daniel Urresti, que tiene un juicio pendiente por homicidio. El tema de la justicia con la política va a estar especialmente presente, aunque creo que ninguno de ellos va a tener dificultades formales porque el proceso judicial en el Perú es tan lento que no va a haber ninguna condena ni absolución.

Es difícil, a siete meses de un proceso electoral, prever hacia dónde se inclinarían las preferencias electorales. ¿Cree más factible que la balanza se incline por una cara nueva? ¿Hay posibilidad de que surja un outsider?

De hecho, quien encabeza las preferencias electorales es el prototipo del outsider: George Forsyth, que es una persona ajena a la vida política hasta hace muy poco que asumió un cargo y cuyo perfil no es el del político. Ha sido arquero de fútbol de Alianza Lima y es conocido por eso, no sabemos lo que piensa…

Tampoco lo que ofrece, su posición ideológica, sus propuestas políticas.

Que es el caso de muchos de los candidatos. Hay algunos de los que se conoce más claramente sus puntos de vista, pero, en el caso de Forsyth, no se conoce más allá de que hace operativos en La Victoria para ordenar el mundo ambulatorio y de mafias. Eso está bastante lejos de lo que se necesita conocer de quien nos va a gobernar, pero es suficiente para que el 25% de peruanos, según las encuestas, piense que puede ser presidente. Ya hay un outsider; lo que no creo es que aparezcan personas totalmente nuevas, como lo fue Alberto Fujimori en los 90. Lo que puede ocurrir es que alguien que ya es relativamente conocido pueda subir bastante a lo largo de la elección.

La última encuesta de Ipsos señala que el 44% de la población no iría a votar si, al momento de las elecciones, se mantiene la pandemia. ¿Cómo revertir ese desgano?

Las multas han bajado bastante y termina siendo más caro, a veces, viajar a tu lugar de votación que pagar la multa. En la práctica, hay menos incentivos formales para ir a votar y si se suma el temor a la pandemia, habría un ausentismo mucho más grande por temor a contagiarse. La gente está muy resentida con la política y entre eso e ir a votar y contagiarse, habrá muchos que prefieran no hacerlo.

Son factores que contribuyen a esta apatía electoral, pero si más del 50% no vota en las elecciones, serían nulas. ¿Lo ve como riesgo latente?

Me inclinaría a pensar que todavía estamos muy lejos de eso porque hay muchos supuestos para que eso ocurra, que la pandemia esté muy mal, que no haya ningún interés en los candidatos, pero si eso ocurriera, sería un problemón adicional. Una cosa que sí creo que es probable que pase, y sería preocupante, es que ningún candidato logre concitar mucha simpatía y se produzca un escenario de mucha dispersión del voto, con lo cual tendríamos algo parecido a lo que ocurrió con el Congreso anterior, donde, con muy poco porcentaje, quedabas entre los primeros. Pero en este caso hay una elección presidencial y, por tanto, podría ocurrir que alguien con 12%, por decir algo, entre a la segunda vuelta. Tendríamos 11 o 12 bancadas en el Congreso, lo que sería también un fenómeno complicado. (…) Hay ahí un problema político que puede darse y que no habría que descartar: resultados muy fragmentados que no garanticen una etapa de estabilidad política de 2021 en adelante.

¿Cuál debería ser el mensaje de los candidatos para captar la preferencia electoral y alentar a una participación mayor de la ciudadanía en el proceso?

En teoría le respondería que tratar de presentar propuestas viables e interesantes que nos ayuden a construir un país mejor, pero ese es un buen deseo. Creo que lo que va a ocurrir es una guerra de imágenes en la que se buscará captar la atención del elector a base de mensajes muy efectistas pero huecos, por decirlo de alguna manera. Habrá los que dirán ‘conmigo ya no habrá inseguridad ciudadana’, ‘vamos a devolver todos los aportes de la ONP y la AFP’, lo que ya ocurre en este Congreso; mensajes efectistas que puedan atraer más a una población que no le presta atención a la vida cotidiana de la política. No me inclino a pensar que haya buenas discusiones políticas. Además, ¿cómo discuten 21 candidatos?

¿Se va a reeditar la campaña de 2016 pero agravada?

Creo que sí, porque hay el riesgo de una dispersión mayor del voto. Recuerde que en la campaña de 2016 una candidata tenía un sólido respaldo de 30% del electorado y, al final, por razones que todos conocemos y los antis que desarrollaba, perdió. Ahora incluso Forsyth es un candidato pequeño; tiene aprobación, pero no es de bases construidas; entonces, hay mucho riesgo de fragmentación. Hay otro, sobre todo fuera de Lima. Con 25 candidatos, ¿cómo controla los dineros ilegales en la campaña? Es mucho más difícil. Entonces, hay un riesgo de penetración de dineros ilegales, de gente con intereses que no son legales que tienen representación en el Congreso. Un buen votante toma decisiones con responsabilidad, pero sabemos que el 60% de la población no se interesa en la vida política y la desprecia. La gente que define su voto en la última semana o en la cola es la que finalmente decide el destino del país.

La gente tendría que pensar en si quiere repetir lo que hemos vivido estos últimos años, esta incertidumbre e inestabilidad…

Ojalá que las personas que cautiven su interés respondan a expectativas de una política razonablemente sana para el país y no tengamos a vendedores de sebo de culebra como los exitosos, pero tampoco las realidades cambian de un día para otro. Si hemos elegido Congresos que, uno tras otro, han venido siendo uno peor que el anterior, nada hace suponer que será diferente.

El presidente Vizcarra ha superado un pedido de vacancia pero enfrenta denuncias junto con su entorno. ¿Cómo debería ser su accionar en este últimos siete meses?

El presidente ha superado la vacancia porque era lo peor para el país pero tiene que dar cuenta, en su momento, de responsabilidades muy grandes. ¿Cómo así pudo terminar como una especie de rehén de un individuo de la catadura de ese señor Cisneros, una persona que no tiene sus sentidos bien puestos en la realidad? Es algo que queda por explicar y el presidente creo que por ahí tendrá todavía muchos problemas, pero no tanto de estabilidad de la vida política porque, conforme avancen las semanas y meses, las elecciones van a dominar toda la escena. Al presidente hay que pedirle absoluta neutralidad electoral, que es una obligación de su gobierno, y que concentre su atención en lo que razonablemente puede hacer: tratar que la pandemia no rebote y que la economía que encuentre el próximo gobierno esté bastante recuperada; si hace eso, mucho más no se le puede pedir.

Del Congreso, con agrupaciones como Unión por el Perú o Podemos que constantemente lanzan mensajes desestabilizadores, ¿se puede esperar una mayor perturbación camino a las elecciones?

Hay que tratar de neutralizar el efecto nocivo de esas bancadas –que han actuado con irresponsabilidad, y que lo van a seguir haciendo probablemente– y habría que tratar de incidir en aquellas que debieran tener un comportamiento más cauteloso con respecto a las barbaridades que ya se han hecho.

¿En esas agrupaciones debería apoyarse el presidente en este último tramo de gobierno en el que, pareciera, ya está buscando tender puentes con el Congreso?

La propuesta de llegar a un acuerdo nacional sobre algunos temas que lanzó el presidente no tiene mayor viabilidad en un contexto electoral, pero sí tiene que haber conversaciones que traten de centrar un poco los temas para que este Parlamento no nos deje un daño mayor al que ya ha generado con sus políticas populistas e irresponsables.

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