“Mi apreciación es que el radicalismo en el Perú está en crecimiento en los últimos años”

Antonio Zapata        (Entrevista de María Elena Castillo)

Entrevista al historiador, autor del libro La guerra senderista: hablan los enemigos, quien asegura que sectores radicales, de izquierda y derecha, son actualmente, mucho “más grande” que los seguidores de Abimael Guzmán.

¿La muerte y cremación de Abimael Guzmán realmente significa el cierre de una etapa cruenta de violencia política?

No va a pasar realmente nada. Los seguidores de Guzmán habían renunciado a la lucha armada, cierto es que por razones de táctica, pues no son tiempos para la lucha armada. Eso ya hace 28 años, y en ese lapso no han realizado ninguna acción armada. Me parece que es un grupo sin consistencia ideológica, pero que ya renunció a la lucha armada hace tiempo y ha dado muestras prácticas de que no va a volver a ella. ¿Qué va a pasar con ellos? Seguirán más o menos en lo mismo, que es tratar de hacer llegar sus ideas, más bien por la vida política, participando en gremios, alentando soluciones radicales en momentos de conflictos sociales, y tratando de colarse en la vida política nacional. Ya que se le ha prohibido al Movadef su inscripción legal, buscan colarse por aquí y por allá. Ellos seguirán en lo mismo.

¿Ya que Movadef está al descubierto, van a tratar de formar otros partidos, como el Conare-Sutep que recoge firmas para su inscripción?

El concepto es que son organismos generados. Los seguidores de Guzmán de los años 70, antes de que se vayan a la guerra, ya las habían formado, como la famosa organización de mujeres que dirigía Augusta (La Torre). La idea, que está conceptualmente clara en la literatura marxista, consiste en formar un organismo que no es el partido, en el cual hay algunos elementos del partido, pero no funcionan como tal, y que están sumados a gente independiente que no está cien por ciento con el partido, sino que coinciden en uno u otro punto. Ese punto de coincidencia es el que da origen al organismo generado. Movadef está al descubierto, ya fue debido a ello, pero crearán otros organismos generados o militarán en otros que ya existen. Hay esa idea de crear como frentes, y actuar en ellos, ¿puede ser en el terreno sindical? Sí. Puede ser en el terreno político también.

Entonces, ¿nunca va a morir Sendero?

El grupo de seguidores de Guzmán seguirá actuando, pero pienso que no es el grupo principal del radicalismo peruano. Hay sectores radicales de izquierda en este caso, no hablemos de sectores radicales de la derecha, que también hay, y dentro de ellos, uno de los tantos grupos son los seguidores de Guzmán, pero hay un universo bastante más extenso, que no son seguidores de Guzmán, pero que sí son radicales. Ese sector grande ha crecido en los últimos diez años, alimentado por el fracaso de la democracia, que no saca adelante a nadie, no resuelve los problemas; cada vez que se presenta una crisis como la pandemia o el Niño Costero, el Estado patina y no logra ayudar a nadie. Es esa impotencia de la democracia para funcionar en servicio del bien común lo que alimenta el radicalismo, gente que no cree en la democracia y que hay, de alguna manera, que transformar todo, lo más rápido posible. Ese radicalismo es mucho más grande que los seguidores de Guzmán. Yo trataría de mirar por qué ese sector crece en el Perú y cuán grande es en este momento.

Habla de varios grupos radicales. ¿Mientras no tengan un caudillo único, no serán un peligro mayor?

Me es difícil personificar, pero sí había algunos líderes por momentos y luego han dejado de jugar, como (Robert) Huaynalaya o el mismo (Gregorio) Santos. No es que falten candidatos a caudillo, sino que por ahora la selección natural no ha dado con uno que los unifique, pero mi apreciación es que el radicalismo en el Perú está en crecimiento en los últimos años.

Usted dice que Sendero Luminoso fue derrotado con la captura de Guzmán y que sus seguidores quieren ahora participar en la vida política. ¿Cómo derrotarlos también?

Esa es una tarea política, ideológica, tratando de ganar un debate de ideas en el cual deben afirmarse ciertos valores y principios políticos que den sustento a posiciones que muestren la inviabilidad del senderismo y un balance de la guerra en el que no se acepte su heroicidad, sino, por el contrario, se muestre con toda claridad que tomaron la iniciativa de emprender una guerra muy cruel, usaron el terrorismo desde el comienzo, y a causa de ello, la sociedad, 30 años después, los sigue rechazando mayoritariamente.

¿De quién es esa tarea?, ¿de los partidos, del Gobierno?

De muchos actores. La guerra senderista ha sido muy estudiada. Desde el informe de la Comisión de la Verdad, que es una monumental recopilación de testimonios y una interpretación que subraya a las víctimas como gran protagonista, que recibieron balas de un lado y del otro. Luego, el Ejército hizo un libro oficial, que es bastante competente, que se llama En honor a la verdad; la Marina no tiene un libro oficial, pero un destacado historiador y oficial de Marina, el comandante Ortiz, tiene un libro al respecto. La Policía también tiene: Benedicto Jiménez sacó dos tomos, antes incluso que el informe de la CVR. Luego, hay memorias de Polay y Némesis, que es una parte de las memorias de Guzmán. Todos los actores han hablado. Además, hay un montón de intérpretes. Carlos Iván Degregori es quizá el más competente de las ciencias sociales, pero hay un montón, de derecha, de centro, de izquierda. Luego, hay artistas, literatos que han escrito sobre la guerra, entonces en el mundo cultural hay un montón de trabajos; también tesis universitarias, si se suman las tesis de la guerra y la posguerra, sobre todo, por los menos son un centenar, si no son más.

¿Cómo institucionalizarlo? ¿Debería incluirse en colegios y universidades? Y ahí viene un segundo tema: ¿es guerra contra el terrorismo o conflicto armado interno?

Si hay una gran producción cultural sobre el tema desde los diversos ángulos y disciplinas, y que es más o menos plural, pero la ciudadanía no está tan informada al respecto, y se piensa que la muerte de Abimael es un momento en que habría que discutir un poco más abiertamente el tema del terrorismo, y cómo hacer llegar lo que se ha producido en el mundo cultural. Si se quiere hacer esa conexión, se encuentra un obstáculo, que es la politiquería, mucha gente trafica con el tema con el propósito de sacar pequeñas ventajas personales, políticas o de grupo. Ese tráfico es lo que lleva a conceptos como “terruquear”, y eso impide que lo que se produce en el mundo cultural sea escuchado por el ciudadano común y corriente. Si quieres la conexión, la clave está en menos politiquería, no está en dictar un curso en los colegios, sino que los políticos traten el tema con seriedad, y no tratando de sacar todo el tiempo pequeñas ventajas y alentando extremistas que terruquean, y al otro lado que les contestan de determinada manera. Con esos extremismos, el ciudadano común y corriente cierra la oreja, no quiere oír sobre el tema.

El “terruqueo” se incrementó en las últimas elecciones para calificar a los que piensan diferente: el que está más a la izquierda es terruco, y el que está más a la derecha es fascista. ¿A dónde llegamos así?

No es un buen camino, es peligroso. En el Perú hay quienes lo han emprendido y parecen dispuestos a seguir adelante con gran entusiasmo. No es lo que debería ocurrir, pero no soy tan pesimista. ¿Qué pasa con las opciones de centroderecha, centro y centroizquierda? En el terreno de la representación política están como pulverizados, pero en el terreno de la ciudadanía no tanto. Analizando los votos de primera vuelta, la mayoría no votó por opciones extremistas. Por Castillo votó el 19%, por Keiko el 13% y por López Aliaga el 12%; eso hace que el 44% votara por opciones radicales de izquierda o de derecha; el resto, incluido Hernando de Soto, cuyo perfil es de derecha liberal, o sea, 56% optó por no extremistas. Entonces, la mayoría está en otra actitud.

El terruqueo de las elecciones se mantiene, incluso un sector dice que el terrorismo ha llegado a Palacio, refiriéndose al presidente Castillo. ¿Lo ve cercano al terrorismo?

Hace 29 años fue detenido Abimael con Iparraguirre y la cúpula. Un año después firmaron con Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori el acuerdo de paz, en el que se rindieron implícitamente, y en ese momento se dividen los acuerdistas, por un lado, y por otro los que querían proseguir en la guerra. Los acuerdistas están en una determinada dinámica y no creo que vayan a salir.

¿Pero considera que en este Gobierno hay terroristas?

En estos 28 años han participado en diversos organismos generados, algunos sindicales, otros políticos, en una dinámica de funcionar en determinados organismos que no son el partido, pero son puntos de encuentro. Allí se han encontrado radicales que no son de Sendero y a lo mejor piensan que Abimael actuó mal, con otros que sí eran de Sendero y seguidores de Guzmán. Y en esos encuentros, algunos integrantes del gabinete han participado. Han sido comprensivos con los senderistas, pero no significa que sean seguidores de Guzmán. Ese tipo de distinciones son esenciales para no confundir, y a eso me refiero cuando digo que hay mucha politiquería.

Usted entrevistó a Elena Iparraguirre. Algunos creen que se casó con Guzmán por en una estrategia de comunicación y sucesión al cargo. ¿Qué piensa?

A lo largo de unos dos años fui en numerosas oportunidades a visitarla en la cárcel los domingos y conversar sobre su vida. Hice como un levantamiento de un testimonio sobre su vida, y me formé una apreciación. Mi opinión es que sí se querían. Me contó que se cruzaban cartas de amor que los abogados llevaban o regalitos. También me ha contado que una vez a la semana le mandaba táperes de comida con el abogado. Todo eso me lleva a pensar que había una relación afectiva.

Pudo darse por ser dirigentes de la cúpula.

Claro que lo eran. Era un amor muy especial. Además, durante unos años estuvo Augusta, cuyo cadáver está desaparecido. Durante los años de la guerra es claro que la dirección la tienen ellos dos (Guzmán e Iparraguirre), y es claro que ella cumplió un rol fundamental. Me da la impresión, por lo que he escuchado, de que Guzmán era de una actitud un poco profética y quienes se encargaban de la vida diaria eran un grupo de mujeres que lo rodeaban, no solo ella. Cumplían las funciones prácticas, organizativas. Eran las que aceitaban la maquinaria.

Pero ambos ordenaban los crímenes de gran magnitud…

Algunos. Durante la guerra su papel en la dirección era innegable, pero una vez que son detenidos y son condenados de por vida, me da la impresión de que existe fuera de la cárcel una dirección. No era que Guzmán o ella dirigían desde el penal. Toda organización con líderes presos, si quiere sobrevivir, debe tener una dirección en la calle. Ella ahora pasará a ser como el referente, que de cuando en cuando dará una orientación general.

¿Cómo evitar que vuelvan a generar violencia?

No creo que sean protagonistas ya, son un poco mayores, son sesentones, setentones. En Perú hemos tenido diversos ciclos de violencia política, como hicimos el recuento, pero en ninguna ocasión el protagonista fue el de antes. Quién sabe si mañana haya un nuevo ciclo de violencia, ojalá que no, pero casi estoy seguro de que sus protagonistas serán otros.

https://larepublica.pe/politica/2021/09/27/antonio-zapata-mi-apreciacion-es-que-el-radicalismo-en-el-peru-esta-en-crecimiento-en-los-ultimos-anos-sendero-luminoso/

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