Perú: Contaminación verbal

Jorge Bruce

Es evidente que la elección de Pedro Castillo ha generado, en una serie de sectores, un desborde angustioso y en ocasiones violento. Los fantasmas de la época de Humala, antes de la hoja de ruta, son de nivel Gasparín (el fantasma amistoso), comparados con los que proliferan hoy. El ideario de Cerrón es en buena parte responsable de este clima de terror (volveremos sobre esta palabra). Por eso la caída del gabinete Bellido ha aquietado un tanto la zozobra, aunque sin disipar del todo los temores. En particular por los nombramientos de los ministros Barranzuela y Gallardo, de los cuales no se sabe con claridad si fueron ofrendas al dueño de Perú Libre, o algún cálculo político para frenar la eventual vacancia de la que se habla con cada vez más desenfreno.

Lo cierto es que el escenario público, tanto en redes como en medios, se ha visto inundado de una virulencia verbal incontenible. Desde el congresista Montoya que acusa de senderista a la ministra de Cultura, Gisela Ortiz, basado en que “alguien de la época lo afirmó”, hasta el propio Cerrón que arremete contra el “gabinete caviar” encabezado por Mirtha Vásquez. Mientras tanto, en las redes sociales circula un video que daría risa si no produjera vergüenza ajena, en el que una mujer, horrorizada por haber encontrado el último libro de Francisco Sagasti en una librería de San Isidro, asegura que el expresidente colaboró con los terroristas del MRTA para que tomen la embajada del Japón.

Lo único que consiguió fue hacerle propaganda a Book Vivant (cuyos seguidores en Twitter se dispararon) y seguramente al libro de Sagasti. Pero el desparpajo con el que terruqueó al autor es el mismo con el que lo hizo Montoya contra Ortiz. El problema se agrava porque estos delitos de difamación se están naturalizando, en una atmósfera de impunidad. Cualquiera, desde cualquier lugar del espectro político, puede decir lo que se le pase por la cabeza, evacuando sus terrores y proyectándolos en lo que ahora se denomina terruqueo. La pasividad del Ejecutivo y sus pasos erráticos no contribuyen a mejorar la calidad del aire verbal, por así decirlo. Como la horrenda contaminación causada por el tráfico de Lima y los pésimos combustibles que se distribuyen, vivimos respirando una nube de palabras ofensivas que propician la violencia y vulnerabilizan a los difamados.

https://larepublica.pe/opinion/2021/10/18/contaminacion-verbal-por-jorge-bruce/

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