¿Qué es el neoliberalismo?

Rodolfo Sánchez Aizcorbe

En 1989 cayó el muro de Berlín. Dos años después, en 1991, se desintegraba la Unión Soviética. Entonces el neoliberalismo entró en su apogeo. Mucho se habla del neoliberalismo, pero pocas veces se lo define con precisión como ideología política. El neoliberalismo no es sólo una doctrina económica y política, sino también una visión del mundo. Como doctrina económica, son conocidos sus postulados en torno a que reducir al mínimo la intervención del Estado en la economía es la base de la prosperidad general.

Menos conocida es su doctrina política. Si bien el neoliberalismo acepta la democracia, la entiende sobre todo como procedimiento, es decir, como un mecanismo por el cual se nombra a las autoridades. Pero recela de la democracia entendida como participación, especialmente porque esta podría poner en peligro el orden económico libre de interferencias estatales que defiende.

Con todo, existe otro aspecto de la doctrina neoliberal que rebasa la economía y la política: el neoliberalismo como visión del mundo. Un primer componente de la visión neoliberal del mundo atañe a la relación que establece entre economía y política; un segundo componente al neoliberalismo como filosofía política; y un tercer componente atañe al neoliberalismo como cultura.

En cuanto al primer componente, el neoliberalismo asume el predominio de lo económico sobre lo político, en un sorprendente parecido con la doctrina marxista en ese aspecto. Para el neoliberalismo, la absoluta libertad en materia económica es el fundamento imprescindible de la libertad política. A tal punto que para algunos neoliberales es más libre una sociedad bajo un régimen político dictatorial con libertad económica (el Pinochet de Chile, por ejemplo), que bajo una democracia política con fuerte intervención del Estado en la economía (por ejemplo, los países nórdicos de Europa).

Para estos neoliberales, además, el primer caso conduce en el largo plazo a las libertades políticas del individuo, mientras que el segundo caso conduce a la pérdida de sus libertades políticas.

Podemos deducir, a partir de estas consideraciones, aquello que diferencia al neoliberalismo del liberalismo a secas. Para este último, las libertades políticas y las libertades económicas son autónomas, y si bien interactúan no por ello puede sostenerse que una es más primordial o fundamental que la otra. Incluso, algunos liberales están dispuestos a aceptar medidas intervencionistas típicas del Estado de bienestar para garantizar la igualdad de oportunidades.

En cuanto al segundo componente, el neoliberalismo se presenta también como una filosofía política. Desde esta perspectiva, el individualismo es llevado al extremo hasta el punto en que se interpreta la sociedad como la mera suma de los individuos. La sociedad no existe, solo los individuos, en palabras de Margaret Thatcher.

El tercer componente, el neoliberalismo como cultura, se encuentra claramente representado en nuestro país, por ejemplo, por el emprendedurismo extremo. Entendiendo por este, no el anhelo de una vida mejor, de mayor bienestar material o de superación personal, sino la unilateralización del individualismo hasta hacer desaparecer todo proyecto colectivo, toda lucha por derechos colectivos, y reducir el éxito personal a la responsabilidad única y exclusiva del individuo, borrando de la ecuación las circunstancias o condiciones sociales o de grupo.

La cultura y la filosofía política del neoliberalismo, con su énfasis en la guerra de todos contra todos por el éxito individual, colisiona así con el republicanismo, la doctrina o filosofía política que busca equilibrar los intereses individuales y colectivos, los deberes y los derechos, y las libertades personales y el bien público. El equilibrio republicano es moralmente superior al unilateralismo neoliberal.

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N°562, del 22/10/2021  p19

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