Perú: Carne sale con hueso

Pedro Francke

El Banco Central de Reserva presentó su reporte trimestral la semana pasada con una mirada actualizada de lo que pasa en la economía peruana y mundial que vale la pena comentar. Temas saltantes: el mundo ha girado hacia un menor crecimiento mientras los precios de petróleo y alimentos bajan sin que la inflación haya cedido; en este contexto el crecimiento económico peruano estaría alrededor de 3 por ciento, unas décimas debajo de lo previsto pero lejos de la catástrofe anunciada por la derecha golpista; el BCR seguirá elevando las tasas de interés lo que, como sucede internacionalmente, implica indefectiblemente un freno a la economía.

EL MUNDO Y LA ECONOMÍA PERUANA

La economía mundial se está desacelerando fuertemente desde sus tres grandes centros: Estados Unidos, Europa y China. La economía gringa crecería apenas 1,7 por ciento este año y 1,2 el próximo, y la europea 2,5 este año y apenas 1 por ciento el 2023. La pisada de freno de la FED, el banco central norteamericano, viene fuerte y se espera que el próximo miércoles suba su tasa de interés en 0,75 % adicional. China, que la última década tuvo crecimientos en torno a 6 %, se espera que crezca poco más de 3 % este año. Implicancias: con un precio del cobre a 3,50 dólares la libra todavía la minería tiene un buen margen de ganancia, pero hay un mercado más difícil para nuestras exportaciones no tradicionales y menos capitales viniendo a los países emergentes.

La proyección del BCR de un crecimiento de 3 por ciento este año es razonable. El dato reciente de un crecimiento de apenas 1,4 por ciento en julio anuncia la desaceleración y es poco probable que las medidas propuestas por el ministro Burneo tengan impacto este año. Entre que son tramitadas por el Congreso y se aplican pasarán varios meses, y eso si es que se aprueban. Ojo que el crecimiento de toda Latinoamérica este año está en 2,2 por ciento. Nosotros con 3 por ciento estamos por encima de Estados Unidos y Europa, casi igual que China y en la región sólo debajo de Colombia y Argentina y bien por encima de Chile, México y Brasil. Es también interesante anotar que según el BCR este año la inversión privada no minera crecerá medio por ciento y el próximo año 4 por ciento. Tampoco estamos ante el desastre anunciado por los medios de derecha, y era imposible que la inversión minera no se redujera luego de la culminación de la megainversión de Quellaveco.

Hay sí dos claras falencias nacionales. Una es que la inversión pública ha caído en 5 por ciento, sumando tanto gobierno nacional, empresas públicas y gobiernos regionales y locales. El otro problema ha sido la falta de respuesta a los conflictos sociales en torno a la minería, asunto olvidado por la PCM desde que Mirtha Vásquez dejó el cargo, lo que ha llevado a una caída en su producción.

INFLACIÓN Y ALZA DE TASAS DE INTERÉS

A nivel mundial, la inflación no ha cedido. Han caído bastante respecto a su pico los precios del petróleo, el trigo, el maíz y los aceites, que empujaron mucho la inflación hacia arriba en los primeros meses del año. Pero la caída reciente de estos precios no ha detenido el ritmo inflacionario general. La inflación anual en Estados Unidos está ahora en 8,4 por ciento, igual que la del Perú. Brasil y México tienen la inflación un poco por encima de eso mientras en Chile alcanza hasta el 14 por ciento. La noticia de que en agosto la inflación en Estados Unidos siguió al alza y no bajó golpeó las bolsas mundiales, debido a que ello anuncia que las tasas de interés seguirán subiendo, lo que afecta el financiamiento empresarial y desincentiva las compras de acciones. En todas partes, una inflación alta es motivo de descontento ciudadano. Los países europeos están tomando medidas extraordinarias en el mercado energético: Alemania está nacionalizando una empresa estratégica y la nueva primera ministra de Inglaterra anuncia un paquete masivo de subsidios a la energía financiados con endeudamiento, contradiciendo sus promesas de campaña y su ideología conservadora.

Frente a la inflación, la receta macroeconómica estándar es que los bancos centrales suban las tasas de interés. Efectivamente, así lo han hecho en todo el mundo, aunque en magnitudes distintas. En Perú el BCR el último año ha subido su tasa de interés de 0,25 hasta 6,75 por ciento. En toda América Latina los bancos centrales tienen tasas a ese nivel o por encima, pero en Estados Unidos, Europa y Corea del Sur la tasa de interés es de 2,5 por ciento, mucho menos. ¿Por qué los países desarrollados han sido más cautos en esta política?

El tema de fondo es este: al subir la tasa de interés a la que el BCR entrega dinero a los bancos comerciales, ellos también tienen que subir sus tasas de interés. En el Perú los bancos además han ampliado su margen financiero o “spread”, como se llama a la diferencia entre la tasa que los bancos pagan a sus ahorristas y la que cobran por los préstamos que dan. Cuando los créditos son más caros, pues a las familias se les ajusta su presupuesto mensual, las empresas tienen mayores costos y cualquier inversión pierde rentabilidad. Por otro lado, el dinero ayuda a mover los mercados y a que haya más demanda, pero si el crédito es más caro la gente tenderá a usar menos su tarjeta de crédito o comprar un carro o electrodoméstico en cuotas. Este manejo del BCR del mercado de crédito tiene mucho impacto, porque hay mucho dinero en juego. El total de crédito que hay en soles en el Perú es de 320 mil millones. Si se aplicara el 6,5 por ciento que ha subido la tasa de interés a ese total, estamos hablando de más de 20 mil millones. Las familias, entre crédito de consumo e hipotecario, deben más de 140 mil millones de soles (más otros 3 mil millones de dólares). Hartísima plata.

¿Y cómo esta política de elevar tasas de interés detendría la inflación según el modelo básico de macroeconomía? Reduciendo la demanda, es decir, el consumo y sobre todo la inversión. Con gente y empresas comprando menos, los productores y vendedores no pueden seguir subiendo aceleradamente sus precios porque no podrían colocar todos sus productos, así que se ven obligados a frenar su alza de precios. Como el mercado demora en funcionar de esa manera, el efecto del alza de tasas de interés sobre la inflación es lento.

El gran problema es que actuando de esta manera no sólo se detiene la inflación: al frenarse las compras también se frenan las ventas, y si las empresas venden menos no van a estar ampliando su producción por gusto, y el crecimiento económico se reduce. Eso es lo que está pasando ahora en Estados Unidos, en Europa, en Latinoamérica y en el Perú, con el agravante de que la inflación había ya antes golpeado los bolsillos de los trabajadores.

Idea clave a retener es la siguiente: toda la política de los bancos centrales de elevar las tasas de interés para controlar la inflación funciona mediante la reducción de la demanda agregada, y cuando esta cae, también cae el crecimiento. Esa es la dura realidad. No se puede aplaudir al BCR por su firmeza contra la inflación y al mismo tiempo quejarse de que el crecimiento en el corto plazo se reduce, porque las dos cosas vienen juntas. Carne sale con hueso.

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N°604, del 23/09/2022   p15

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