Perú: La vacancia ya se ha producido

César Hildebrandt

A estas alturas (¿alturas?) resulta irrelevante discutir sobre la vacancia presidencial.

De hecho, la vacancia ya se ha producido. No tenemos presidente de la república. Quien finge serlo, el señor Castillo Terrones, ha destruido la autoridad presidencial, la dignidad constitucional del cargo. La derecha lo sabe y lo acosa. Los que confiaron en él y ahora lo maldicen, expresan sus protestas. El resultado es la anarquía que empezamos a creer normal, la parálisis de la inversión y el desfallecimiento del sentido del orden social.

El señor Castillo preside el caos que él mismo ha fomentado. Este es el gobierno que no puede comprar urea, que nombra forajidos en puestos de importancia, que recluta ineptos prontuariados para cargos que tienen que ver con la salud o la agricultura, que permite la atrofia de buena parte de la minería, que alienta con su demagogia el paro del transporte, la marcha mercurial de la minería ilegal. Este no es un gobierno sino una calamidad. Y el mismo señor Burneo, ministro de Economía, ya dijo que la delgada línea roja que separa la política de la economía se ha desvanecido y que las cifras empiezan a ser rosadas tirando a arrebol. Las cuerdas separadas tocan ahora el adagio de la decadencia.

Todos los días nos despertamos a ver qué sector de la economía ha encendido las alarmas, cuántos compatriotas han muerto en las calles faenados por el hampa nativa y la importada, cuántos pequeños o medianos empresarios han sido extorsionados, qué nuevo privilegio se descubre entre los amigotes del ocupante de Palacio.

Mientras tanto, en el congreso legislan los lobbies y decide la corrupción. Al presidente inexistente lo enfrenta el fujimorismo del crimen, el cerronismo del prontuario, el podemismo de la vaina, el acuñismo de la podre, el renovismo del miriñaque y la naftalina, el populismo exbelaundista del acabose. No hay presidente de la república y tampoco hay congreso. El primero renunció en el pasaje Sarratea. El congreso dejó de ser instancia de poder legítimo al intentar traerse abajo todas las reformas que algo podían hacer para mejorar las cosas.

El Perú está acéfalo, da tumbos de borracho, duda cuando debería tomar decisiones, se confunde cuando las cosas están claras, ha renunciado a la coerción justificada y cuando dialoga nadie le hace caso. El Perú parece idiota y está en trance de parecerse a quienes –desde el ejecutivo y el congreso– han usurpado su representación. Es como si el destino de este país que tuvo a Grau y a Basadre se estuviese decidiendo en Piedras Gordas.

Propongo que nos escandalicemos. Propongo que salgamos de este secuestro que se nos ha impuesto con un arma en la sien. Propongo, en suma, que no aceptemos esta niebla de vergüenza y que luchemos, desde todos los frentes, para lograr un adelanto de elecciones. Propongo un golpe de estado popular.

Este no es un gobierno de izquierda. Es un gobierno del lumpen.

Este no es un congreso de las instituciones políticas que representen intereses nacionales. Es un congreso de las mafias.

Por todo eso es que la “agenda política” está en manos de una fiscal que, aparte de acusar debidamente a Castillo con las confesiones de sus excolaboradores, merece serios reparos morales por su conducta en relación al caso de su hermana.

Es como si nos hubiésemos podrido desde adentro. Como si nuestro sistema linfático hubiese colapsado. Porque del juicio crítico no se salvan ni el Tribunal Constitucional ni la Defensoría ni mucho menos el poder judicial o la prensa corporativa y la tele de cascos ligeros al servicio de la derecha decimonónica. Un modo de entender el país es el que está en ruinas.

El Perú no se merece este atoro de muladar.

De peores situaciones hemos salido. Pero eso supone grandes decisiones y hombres que tengan el coraje de tomarlas. Ya es hora de convocarlos, de reunirlos en un propósito de sanación nacional. Ya es hora, en todo caso, de inventarlos y de urgirlos. Toda opción es válida en esta hora de auténtica emergencia. Lo único que no nos está permitido es aceptar la situación actual.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 613 año 13, del 25/11/2022, p16

https://www.hildebrandtensustrece.com/

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