Perú: La metamorfosis de Boluarte y Otárola

Jorge Bruce

Puedo entender el pragmatismo en política. El arte de lo posible es uno de esos clichés que contiene una parte de verdad. Huérfana de apoyo popular, Dina Boluarte escuchó el canto de sirenas del Congreso, la institución más desprestigiada del país, pero la única que le ofrecía apoyarla en esos momentos de soledad en el poder. Nombró a un gabinete de ministros que, al lado de lo que nos tenía acostumbrados el maestro del sombrero, parecía un dream team.

Salvo por el premier Angulo, autor de una de esas frases que deberán figurar en cualquier texto sobre el racismo de las élites políticas. Para entonces ya habían comenzado las muertes de manifestantes baleados por la policía en zonas altoandinas, lo cual fue “explicado” por Angulo como un problema lingüístico: los que bajan de los cerros no hablan castellano. Entonces no entienden cuando la policía les dice que se detengan y avanzan. Por eso la policía dispara. O algo así de racismo delirante.

Por su parte, el sucesor de Angulo, Alberto Otárola, quien parece haber tomado las riendas de manos de la presidenta, venía precedido de la reputación de un político ducho, experimentado y razonable.

¿En qué momento se pasó al lado oscuro de la fuerza? ¿Cómo así desarrolló tan pronto una capa de insensibilidad ante la ejecución sumaria de alrededor de sesenta personas? ¿Cuál fue el proceso por el cual la represión a balazos (lejos de Lima, claro está) le pareció la opción más viable para controlar las protestas e incluso el vandalismo?

Sabido es que el poder ejerce una influencia imprevisible sobre las personas que lo detentan. Mientras más débiles sean sus anticuerpos democráticos, más fácil resulta que sucumban a la tentación autoritaria en situaciones de crisis.

Gradualmente la deriva antidemocrática va ganando terreno, como acaba de suceder con el atropello a la autonomía de la UNMSM y los abusos contra las personas que se encontraban en el recinto universitario. Hay un aspecto delusivo en todo este proceso de metamorfosis.

Mientras más hablan de tener la situación bajo control, más se advierte que este autoengaño es una proyección de su conflicto interno: alucinan que reprimiendo sus convicciones democráticas y éticas, se consolidan como Gobierno. Al paso que van, tendrán tiempo para conversar con Fujimori y Castillo sobre los peligros de perder el principio de realidad.

https://larepublica.pe/opinion/2023/01/23/la-metamorfosis-de-boluarte-y-otarola-por-jorge-bruce/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*