¿Qué cambió el 5 de junio?

Nicolás Lynch

A dos semanas de la matanza de Bagua y cuando el gobierno de Alan García asume su primera derrota estratégica en toda la línea, diversos observadores coinciden en que el Perú ya no es ni quizás volverá a ser el mismo luego de estos luctuosos sucesos.

¿Qué ha cambiado? Mirko Lauer da una primera pista al señalar que la metodología de las “mesas de diálogo” que empezó Paniagua y continuaron Toledo y García se ha agotado. En otras palabras, el continuismo light que han llevado adelante los gobiernos democráticos respecto de la dictadura fujimorista ha terminado. Estas mesas, en la práctica, no fueron sino un calmante para las protestas sociales, una salida política en el mejor de los casos, pero casi nunca una solución para los problemas de fondo.

El “diálogo de sordos” en la negociación entre el gobierno y los pueblos amazónicos, sobre el que mucho insistió la prensa de derecha, no era sino la voluntad de los ciudadanos de la selva de discutir el modelo neoliberal y las exigencias del TLC con los EEUU que estaban detrás de los decretos de marras, mientras el gobierno estaba empecinado en solo tratar detalles. Por eso unos querían la derogatoria, que parece están logrando, y los otros se oponían a la misma.

Ahora bien, este cuestionamiento de fondo a la relación Estado-movimientos sociales ha sido posible porque, a diferencia de otros sectores, como la minería o las protestas locales, los pueblos amazónicos han demostrado tener un movimiento bien organizado, de alcance nacional e internacional, con un discurso claro y un liderazgo capaz que ha sabido ir al origen de los problemas. Esta fortaleza les ha permitido remontar el estigma, de ser “los otros”, “ignorantes” y “manipulados”, que por siglos les ha colocado el “Perú oficial” y que la derecha en el poder ha querido volver a usar, esta vez sin éxito alguno.

Sin embargo, la proyección más importante de este movimiento es política y tiene que ver con las posibilidades de organizar una alternativa electoral al neoliberalismo en las próximas elecciones del 2011. Ciertamente, ahora es más posible que aparezca una alternativa que agregue y articule los distintos intereses que buscan en el centro, la izquierda y el nacionalismo retomar la construcción democrática y el desarrollo sostenible. Empero, esta posibilidad se opone a los planes de García para ilegalizar a la oposición antineoliberal de cara a las elecciones del 2011.

Por ello, podemos esperar en los próximos días un renovado intento de aislar al movimiento amazónico tanto de sus dirigentes más esclarecidos como de la oposición política. Seguramente que continuará el mote de “antisistema” para unos mientras se intenta comprar a los otros. Y se buscarán maneras de criminalizar, como ya lo han hecho con Alberto Pizango y otros dirigentes del AIDESEP, la actividad política contra el modelo, haciéndola sinónimo de actividad contra el Perú, de manera a meter presos a los dirigentes capaces de derrotar a la derecha el 2011 y tener unas elecciones fraudulentas, similares a las que organizaba Fujimori en la década pasada.

FUENTE
http://www.larepublica.pe/delito-de-opinion/18/06/2009/que-cambio-el-5-de-junio

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