La candidata, sus santones y las mujeres

Ana María Yáñez

Un santón que se siente con derecho a establecer la frontera –según él indiscutible– entre el bien y el mal; que forma parte de una infausta organización religiosa, el Opus Dei. Un santón que rezuma misoginia. Quisiera, si lo dejamos, ser el próximo vicepresidente de la candidata.

Otro santón es fundador aquí de una secta religiosa cerrada, obtusa y abusiva: Sodalitium Christianae Vitae. Especialista en engatusar y someter jóvenes con la obediencia y el celibato. Más misoginia. Este santón es uno de los lugartenientes de la candidata.

Estas seudorreligiones junto al poder económico y a la primaria derecha peruana, buscan poder. Su objetivo no son las almas; es dominar, imponer y sobre todo uniformizar todo pensamiento en torno al suyo. Les aterra la gente que piensa, más si son mujeres. Las decisiones políticas se deben definir en base a sus “iluminados” criterios. Desprecian el conocimiento y los ¿ideales de libertad? No, no, no, la idea es justamente la contraria: terminar con la libertad; intransigencia en el sometimiento. Esto se llama fundamentalismo religioso fascista.

Sin embargo, el problema no es la religión. Un Estado democrático no sólo respeta todas las creencias, garantiza la libertad de culto. El problema es el uso de la religión, de la espiritualidad, de la necesidad de aferrarse a algún salvador por el natural miedo a la incertidumbre de la muerte; el problema es además, el aprovechamiento de la supina ignorancia a la que sucesivos gobiernos condenan a nuestro pueblo, para controlar sus mentes por el miedo a dios.

Con enclaves fundamentalistas en su organización, la candidata avala a estos misóginos amenazantes de la autonomía que sobre su cuerpo empiezan a tener las mujeres desde la aparición de la píldora. Gracias a ella pudieron programar su vida, proyectar su futuro y terminar con la fatalidad y esclavitud de la maternidad no deseada. Empezó el camino a su libertad. Y por esto en el núcleo del pensamiento religioso-conservador está cada vez más potente la necesidad de controlar el cuerpo de las mujeres. Las quieren sumisas y, cómo no, siempre “siervas del señor”, o sea de ellos. Las quieren como organismos reproductivos para perpetuar su linaje. La mujer no tiene derecho a los mismos derechos y menos a los mismos goces del varón.

En el Perú las tasas de natalidad todavía no llegan al ideal reproductivo y el embarazo adolescente sigue por 15 años igual. La muerte de mujeres es muy alta. Además, la ley penal prohíbe el sexo –aun consentido– de adolescentes. Por tanto, no se les puede dar anticonceptivos. Sin embargo, las adolescentes sí se pueden casar, reconocer hijos y demandar alimentos. ¡Cuánta coherencia! ¿No?

Qué se puede esperar, entonces, de una candidata que se ha mostrado despectiva frente a las mujeres esterilizadas e indiferente ante las madres dolientes que perdieron a sus hijos por causa de ejecuciones extrajudiciales. Represión, embarazos no deseados, mordaza, legitimación de la violencia doméstica (el mundo privado de la familia es sagrado), ignorancia, vírgenes que lloran, imágenes que sangran, satanización de quienes discrepan y defienden sus derechos. La quema moral para quienes reclaman libertad y progreso. Estamos avisadas.

http://www.larepublica.pe/01-06-2011/la-candidata-sus-santones-y-las-mujeres

No a kkeiko 38.jpg


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*