¡Qué tal guerra!


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Salomón Lerner Febres

 
He leído con desconcierto y pena el artículo que Hugo Guerra me dedicó hace unos días en El Comercio. El desconcierto se debe a que aunque Guerra defendió en su momento el trabajo de la CVR hoy ha cambiado su opinión hasta llegar a denostar lo que antes  encomió. Apena, por otro lado, que sus afirmaciones, que se suman a una campaña de infundios contra la CVR, tomen como pretexto una entrevista que se me hizo hace días en la revista Caretas.

No es Hugo Guerra el único que reacciona ante mis respuestas a las calumnias contra la CVR. El periodista Paredes Castro, también de El Comercio, ve en ellas un “empecinamiento absurdo”. Es posible que ambas reacciones se deban a un clima cultural entronizado en el país según el cual la falsedad sistemática ya no produce indignación. Para quienes todavía creemos en el valor de la verdad es obvio que si alguien dice, por ejemplo, que la CVR  fue condescendiente con Sendero Luminoso es imperativo aclarar que esa es una mentira.

Así, era necesario que alguien conocedor del trabajo de la CVR se manifestara para señalar las distorsiones en las que se basan las críticas,  sin pretenderse por ello ser poseedor de la verdad absoluta e impermeable a la crítica honesta. Es así que me he visto obligado a formular  rectificaciones ingratas. Era indispensable, pues la mentira, dejada libre, es expansiva y contaminante.  Así, ya en estos días hemos visto que las declaraciones de antiguos comisionados, deformadas y sacadas de contexto, sirven de pretexto para que Keiko Fujimori, jefa vicaria de un grupo político que debe explicaciones por corrupción y crímenes, se permita hablar de fallas en el informe de la Comisión y sugiera una “revisión” del mismo.

Es evidente que hay una campaña para desacreditar la verdad mostrada por la CVR. Eso no sorprende cuando viene de políticos y diarios que siempre han estado asociados a la defensa del autoritarismo, la corrupción y la impunidad. Sí apena y preocupa cuando periodistas que fueron ecuánimes y pudieron entender la importancia de ese trabajo acepten ahora sumarse a esa campaña con la misma ligereza mostrada por los políticos y medios aludidos.

Mencionemos, como ejemplo, algunas de las objeciones de Hugo Guerra a la CVR. Dice que repudia que sus conclusiones tengan efecto vinculante en lo judicial. ¿Es posible que un periodista destacado ignore que las conclusiones de la CVR no tienen efecto vinculante? Si se dice una falsedad de ese tamaño, ¿es ello por la irresponsabilidad, impensable en un periodista, de opinar sin informarse o por falta de interés en la verdad? Añade que rechaza un concepto de reconciliación que lleve a hacer las paces con quienes no se han arrepentido. Pero, precisamente, esa idea de reconciliación con los victimarios es lo que la CVR rechaza para proponer una reconciliación entendida como respeto del Estado a la sociedad y de los ciudadanos entre sí. Dice también que la CVR tiene un sesgo antimilitar y que no acepta la calificación de sistemáticos o generalizados para los crímenes de militares. Pero la CVR expresó más de un reconocimiento para la labor de las fuerzas armadas y de la policía. Por lo demás, hechos como los del grupo Colina, el cuartel Los Cabitos y la “casa rosada” en Ayacucho, ¿qué son sino una pauta recurrente de abusos, es decir, actos sistemáticos o generalizados? Y, como último ejemplo, niega a las víctimas el derecho a reparaciones económicas y, en una línea que roza la calumnia, asegura que ciertas ONG están haciendo un negocio con eso. ¿Cómo llega un periodista respetable a tomarse tales licencias?

La pregunta que hago puede sonar agresiva, pero es necesaria, pues es preciso entender qué molesta tanto de la CVR como para que  sus detractores la desprecien. La verdad, claro, es difícil de afrontar. Es enojosa y exigente. Mas ella no puede ser ocultada diciendo simplemente “no la acepto” o “no me gusta”. Ahí queda un informe final que, según mucha gente en el Perú y en el extranjero, constituye un diagnóstico valioso de la realidad peruana. Informe que, de inicio, se reconoce perfectible. Él se sostiene en sí mismo por su información y la seriedad de los estudios que lo hicieron posible. Quienes alguna vez lo valoraron y hoy quieren “revisarlo”  quizás deberían darse una segunda oportunidad de leerlo y entenderlo. Espero que no sea necesario seguir señalando los errores y falacias en que incurren. No es tarea grata y deseo evitarla en el futuro. Quien quiera entender tiene ahí el informe para leerlo y conocer mejor a nuestro país.

http://www.larepublica.pe/columnistas/desde-las-aulas/que-tal-guerra-23-09-2012

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