The Walking Dead

Jerónimo Centurión

La fiebre generada por la serie “The Walking Dead” llegó a Lima hace ya algún tiempo. Confieso que al principio no me generó curiosidad, pero luego de ver un capítulo me volví adicto. Los muertos andantes sería la traducción al castellano de esta serie, en la que un grupo de personas luchan por vivir en paz en un mundo plagado de zombies.

Luego de ver a Alan García minimizando el escándalo de los ‘narcoindultos’ y anunciar que postularía a la Presidencia “si el Perú lo requiriese”. Luego de escuchar a Keiko Fujimori acusando al gobierno de Humala de “practicas montesinistas”; y ver a Toledo expresarse ante los medios como si estuviésemos en el año 2000, sentí que los peruanos mantenemos una oculta adicción a los muertos vivientes o zombies.

¿Qué nos lleva a seguir considerando a un sujeto que destruyó el país en los 80s y que luego traicionó a su partido con un gobierno de derecha extrema en el 2006 como un probable candidato en el 2016? ¿Cómo la democracia puede estar representada en un borracho y mitómano patológico como Toledo? Y, por Dios, ¿cómo podemos seguir pensando que algún representante del gobierno más corrupto y criminal de la historia pueda volver al poder sin demostrar ni recambio ni arrepentimiento? Sólo empecinado en sacar a su líder de la cárcel donde con justicia está.

¿Qué nos pasa? ¿Qué nos lleva a considerar alanismos, toledismos o fujimorismos?

¿Qué pasión autodestructiva o necrológica nos lleva a buscar en la altisonante y más visible carroña política de manera tan reiterativa? Y eso que no incluyo en esta lista al nefasto impulsor de la absurda revocatoria, el oscuro Castañeda Lossio, quien también considera candidatear.

¿Desde cuándo esta pasión por los zombies políticos es tan fuerte? Lo que parece ocurrir, es que nuestros muertos políticos tienen lo que la famosa serie por rigor no incluye: un antídoto que los hace parecer vivos generando el exterminio de las neuronas de los supuestos vivos.

Una respuesta rápida, fácil y no por eso carente de sustento para explicar la crisis política extrema en la que estamos sumidos, es la ausencia de partidos políticos. Es como si los “líderes” se hubiesen encargado de destruir sus partidos buscando convertirse en indispensables e irremplazables. Pero, el problema no es su adicción al poder, como toda adicción esta puede ser una enfermedad. El gran problema lo tenemos nosotros. Los partidos no son entes ajenos a nuestra vida civil. La política nos compete a todos y es nuestra desidia criminal la que permite este escenario catastrófico.

Hoy, nos quejamos e ironizamos (me incluyo) sobre la desastrosa clase política que tenemos, pero hacemos muy poco o nada para cambiar este escenario.

El civismo de ciudadanos y medios es tan escandalosamente nimio que la única alternativa que proponemos para el desastre político que se nos viene es la ilegal candidatura de nuestra hiperexpuesta primera dama. Frente al desastre y la corrupción, una candidatura ilegal. Así de simple y básica es nuestra respuesta.

Ese es el nivel de nuestro civismo. Y esas serán nuestras opciones si no hacemos algo al respecto, si no sobre ponemos los intereses del país sobre nuestros interés en el corto y cortísimo plazo. Así estamos, esperando la tercera temporada de “The Walking Dead”.

http://diario16.pe/columnista/8/jeraonimo-centuriaon/2563/the-walking-dead

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