Ni “orden natural” ni familia patriarcal


Rodrigo Montoya

IGUALDAD CIVIL 

Por un simple proyecto de ley que busca la igualdad civil para que unas personas puedan dejar una herencia o incluir a otras en los beneficios de un seguro sin que entre ellas exista parentesco alguno, el arzobispo Cipriani y la Conferencia Episcopal han salido a protestar.

Tocan las campanas, se arrebatan, y se sirven de avisos (comerciales) en las calles para que volvamos a oír y ver las viejas, conservadoras y reaccionarias tesis como la del supuesto “orden natural”, la “unidad de la familia” y, últimamente, esa idea vanidosa “Perú, país católico”.

Ocurre que a los grandes jefes de la Iglesia y a muchísimos de los curas comunes y corrientes, no les gusta que los homosexuales sean reconocidos como personas y, por eso, con derechos.

Siguen creyendo que la homosexualidad es una enfermedad, que la única forma de familia y amor posible es entre hombres y mujeres. En otros países de mayor desarrollo democrático el matrimonio homosexual, que es más que la igualdad civil, es ya un derecho plenamente reconocido y ejercido.

La homosexualidad no es una enfermedad, tampoco es una opción que alguien escoge como quien decide a qué cinema vamos el domingo próximo. Simplemente es una realidad de la especie humana desde hace 120 mil años y 6 millones de años, si tomamos en cuenta a los homínidos, (variedades de monos) nuestros ancestros. No se cura con remedios, tampoco con sesiones para exorcizar “demonios” interiores y, menos, enviando a los hijos a un colegio militar o al ejército.

Esta realidad de la especie en todas las culturas del mundo y en todos los tiempos permanece hoy escondida, con dolores múltiples, durante un largo período dentro del clóset y comienza a crecer el gesto de libertad para asumirse como tales.

El arzobispo Cipriani y los obispos del Perú saben muy bien de esta historia por los miles de casos que conocen dentro de sus propias cofradías, de los que no hablan ni quieren hablar. Si a ese conocimiento se agrega los muchísimos casos de pedofilia en los colegios religiosos su experiencia es mayor y más fuerte su voluntad por esconder los problemas debajo de la alfombra y de ese modo guardar las apariencias y evitar el “qué dirán”.

La Iglesia católica repite todos los días que su Dios, (“único y verdadero”) creó el mundo y la especie humana, que esa creación sería el “orden natural”, inalterable en el tiempo, intocable por ningún ser humano. Los católicos en el mundo son más o menos la sexta parte de los siete mil millones de habitantes en el mundo.

Los otros pueblos (que son la mayoría) tienen otras creencias. Ocurre que en el mundo hay miles de divinidades diferentes, ¿Quién es el “verdadero Dios” o “más verdadero”: Cristo, Alá o Jehová? Con su montaña etnográfica en el mundo la antropología nos ha enseñado que no hay dioses verdaderos ni falsos sino simplemente diferentes, que hay muchas religiones.

Nada hay “natural” en el sentido católico del término. Las personas, las ideas y la naturaleza cambian todos los días. Tampoco la Iglesia católica es la misma: en tiempos de Cristo y Pedro los sacerdotes se casaban y tenían familia. Luego, esa buena costumbre fue reemplazada por el celibato impuesto. El cardenal y los obispos saben mejor que el resto cuántos curas cumplen realmente con ese voto de castidad.

Por otro lado, la jerarquía de la Iglesia está convencida de que la Iglesia católica es defensora de “la familia”. Antes de la aparición de las tres religiones monoteístas del mundo (cristiana, musulmana y judía) hubo millares de tipos de familia.

¿De qué familia se habla? Hay centenares de variedades de familias. Sin vinculación alguna con Europa y el cristianismo, la sociedad inca tuvo su propia concepción de la familia: Ayllu, palabra quechua, es sinónimo de familia porque está formada por grupos de parientes unidos tanto dentro de las unidades domésticas de padres e hijos como de unidades domésticas de abuelos, hijos, hermanos y nietos.

En la terminología quechua de parentesco, aún hoy en los ayllus de las tierras altas, los hermanos y hermanas de mis padres son también mis padres, los hijos de mis hermanos y primos son también mis hermanos y mis hijos como los hijos de mis hermanos y hermanas son también mis hijos.

De ahí nacen los principios de reciprocidad y solidaridad como dos de los muchos pilares de la sociedad andina. La pachamama y los apus son la madre y el padre, los primeros padres. También el sol es un padre y la luna una madre y no hubo entre los antiguos peruanos el concepto europeo de dios. Por eso, no hay una palabra quechua para expresar el concepto de Dios.

Para formar sacerdotes católicos los aspirantes son separados de sus familias por diez o más años, les exigen el voto de castidad y, al mismo tiempo, los persuaden y convencen de que son defensores de la familia y consejeros calificados para garantizar su felicidad.

Se trata de la familia patriarcal, donde el hombre tiene todas las prerrogativas, la esposa debe ser sumisa y la sexualidad solo un encuentro furtivo para reproducir la especie sin una gota de placer. De este dramático nudo de contradicciones surgen múltiples frustraciones, soledades, rencores, odios y sufrimientos. Los psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas lo saben muy bien y hablan de ese nudo de contradicciones, felizmente, con mayor frecuencia.

FAMILIA EN CRISIS 

Hace mucho tiempo que esa familia patriarcal está en crisis. Es lamentable que el cardenal y los obispos sigan tratando de tapar el sol con un dedo. Volveré en esta columna, el domingo 27 de abril, sobre el tema y la tesis del cardenal “El Perú es católico” que tiene algo menos de un tercio de verdad.

http://laprimeraperu.pe/columna/ni-orden-natural-ni-familia-patriarcal/

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