El Perú en un mundo apolar, anárquico y violento

Oswaldo De Rivero

El derrumbe de la Unión Soviética cambió el poder mundial de bipolar a unipolar y las guerras asimétricas de Afganistán, Irak y el colapso de Wall Street terminaron con el poder unipolar de los Estados Unidos, abriendo una nueva era geopolítica, que yo llamo “apolar”, en la cual los Estados Unidos no son más el sheriff del mundo pero ninguna otra potencia puede ni quiere reemplazarlo. Y lo peor es que, ante este vacío de poder, los Estados Unidos y las otras grandes potencias no negocian un nuevo orden internacional multipolar.

La nueva era apolar es así un mundo anárquico y violento, repleto de infernales conflictos no resueltos que producen masivas violaciones de derechos humanos y olas de refugiados.

Entre los conflictos más infernales están la Yihad radical islámica contra Occidente y la guerra sectaria entre chiítas y sunnís en los países árabes, de la cual ha emergido el monstruoso Estado Islámico. Ni Europa se salva de la anarquía con el peligroso conflicto de Ucrania. Además, esta anarquía apolar ha permitido que un régimen tiránico-paranoico como el de Corea del Norte y un Estado inviable, rodeado de talibanes como Pakistán, se doten de armas nucleares.

También Sudamérica está afectada por esta anarquía. Hoy existe una carrera armamentista, comenzada por Chile a la cual se unieron luego Brasil, Venezuela, Colombia y el Perú, que no pudo quedarse atrás. Asimismo, el statu quo limítrofe de la Guerra del Pacífico está siendo contestado. Bolivia ha revivido su reclamo marítimo con Chile, y este último ha inventado el “triángulo terrestre”, que no es otra cosa que la revisión del Tratado de Límites de 1929.

Frente a esta anarquía apolar, el Consejo de Seguridad de la ONU y los organismos regionales de paz y seguridad como la OEA y UNASUR han probado ser totalmente disfuncionales.

En este mundo apolar, anárquico y violento, los Estados solo se adaptan y sobreviven luchando por su intereses nacionales. El Perú no puede ser una excepción, y por ello debe practicar una política internacional descarnadamente realista, totalmente desprovista de percepciones idealistas e ideológicas, solo guiada por sus interese nacionales.

Esta realpolitik tiene que tener como objetivo “una autonomía estratégica,” producto del incremento de nuestro poder de negociación internacional, como resultado de alianzas estratégicas con los países más poderosos de Sudamérica y del mundo.

Ante la carrera armamentista en Sudamérica, que no inició el Perú, debemos superar esa candorosa percepción idealista, muy peruana, que consiste en pensar que comprar armas es un gasto inmoral inútil, ya que la paz es hija del desarme, inclusive del suicida desarme unilateral que alguna vez practicó el Perú.

Esta percepción idealista no tiene ningún valor porque el desarme nunca se ha logrado en ninguna región del planeta, y menos se va a lograr en un mundo anárquico y violento. Entonces, si el Perú quiere vivir en paz, debe seguir modernizando sus fuerzas armadas hasta lograr “un poder de disuasión creíble,” puesto que en el mundo apolar en que vivimos, los conflictos internacionales que se creían imposibles se vuelven probables.

http://diariouno.pe/columna/el-peru-en-un-mundo-apolar-anarquico-y-violento/

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