Perú. La carga golpista

Gustavo Espinoza M.

Como si no quisiera la cosa, la conductora del programa de Ca­nal N Verónica Linares presentó recientemente una declaración de la señora Mercedes Aráoz. La anunció con un cargo vigente: “La Vice Presidenta de la República”, como si no supiera que presentó su renuncia el año pasado, y que no cumple ninguna función en el Gobierno actual.

En su intervención, la seño­ra Araoz dijo que, al no haber sido aceptada aún su carta de renuncia a la función que des­empeñaba, ella seguía siendo la titular del puesto y que asumiría la conducción del país si “algo ocurría” a Martín Vizcarra. Yendo aún más allá, sostuvo que en tal caso, su gestión sería meramente protocolar, dado que las funcio­nes de gobierno las encomenda­ría al Presidente del Consejo de Ministros, hasta la convocatoria a nuevas elecciones. Se guardó decir quién sería designado por ella Presidente del Consejo de Ministros¸ pero sin duda él y sus colegas de Gabinete estarían entre quienes, la noche del 30 de septiembre pasado, la procla­maron “Presidente interina” en medio del júbilo de la reacción golpista.

Podría el asunto pasar des­apercibido. Pero si lo sumamos a las declaraciones del Vice Almirante Jorge Montoya; a la campaña que en la Tele libran cotidianamente Phillips Butters y Jaime Bayli; a las palabras del ex congresista Roberto Vieira y a los dislates que cuelgan en re­des los troles del cogollo alanista del APRA y del Fujimorismo, en los que con insolencia inaudita califican a Vizcarra de “traidor”; podríamos darnos cuenta que no se trata de una expresión aisla­da. Busca simplemente Vacar a Vizcarra.

La intención forma parte de una estrategia golpista impulsada descaradamente por la Mafia y los segmentos más reaccionarios, que no toleran bajo ningún pretexto que se alcen voces cuestionando su Poder y sus privilegios.

¿Qué es lo que ha indignado a estos segmentos hoy alzados? En primer lugar el hecho que, ante la Pandemia, se haya impuesto la idea que se trata de un fenómeno social, por lo que hay que atender prioritariamente los problemas de la población. Ellos se hubiesen sentido más bien satisfechos si el Presidente Vizcarra hubiese dicho –como Donald Trump y Jair Bol­sonaro- que lo más importante era “salvar la economía”, y, por lo tanto, dar todas las facilidades al empresariado para que funcione sin tomar en cuenta el costo social de la crisis.

En otros palabras, que se extien­da a todos los sectores, lo que hoy se hace en el sector minero, donde las empresas siguen extrayendo la ri­queza del subsuelo a costa del esfuer­zo –y de la vida- de los trabajadores. Hoy se sabe que casi medio millar de trabajadores, están infectados del Covid-19 sin que la Sociedad de Minería diga algo, ni la CONFIEP exprese la menor congoja.

Es sabido que el gobierno -para tranquilizar a los empresarios- les ha otorgado una serie de benefi­cios. Pero ocurre que a ellos, nada es suficiente. No sólo quieren no perder un centavo con la crisis, sino pretenden -además- medrar con ella, y arrancar al gobierno nuevos pri­vilegios y mayores ganancias. Lo que les ha sacado de quicio, en ese marco, es que el gobierno haya su­gerido la posibilidad de establecer un impuesto a los más ricos.

Estos -los más ricos- quizá po­drían aportar algo de sus ganan­cias, pero sólo si esa acción fuera mostrada como expresión de su “elevada generosidad”. Lo que no están dispuestos a aceptar es que “les confisquen” un sol de sus “ga­nancias legítimas”. Eso, es para ellos una cuestión de principios.

Un golpe alto lo han dado ahora con la complicidad de ciertos jueces al disponer la libertad de Keiko Fuji­mori. A ella no la han liberado para que vaya a pasar la cuarentena con sus hijas. La han retirado de la pri­sión como una señal de la fortaleza del fujimorismo, para ponerla en capacidad de postular sin mayor traba en las elecciones del 2021. Y para redondear esa faena, ahora proponen -a fin de evitar una “segunda vuelta”- que la elección se haga sólo en una primera ronda, dándose como ganador a quien obtenga más votos. Con esa norma. Keiko habría ganado el 2016, y sería ahora Presidenta. ¡Se le fue!

Para concretar sus planes lo que la Mafia necesita es que crezca en la ciudadanía la idea que “fracasó” la campaña del gobierno contra la expansión de la pandemia: Que, por un lado, haya cada vez más conta­minados y muertos; y que, por otro, nazca la desconfianza en la población y se incremente el caos. Por eso, se registran fenómenos inéditos en la vida nacional. Mercados abarrotados, Penales amotinados, carreteras copadas; bien pueden ser consi­deradas señales de incapacidad de autoridades que no atinan a encontrar salida a problemas acuciantes y dejan que se perciba alto nivel de descontrol. Las declaraciones de Carlos Bruce publicadas por el diario “Correo”, son sintomáticas: “La culpa del manejo de esta epidemia, es del gobierno”

Hay que tener claro el hecho que aunque formalmente no aso­men declaraciones de dirigentes apristas o lideres fujmoristas, ello no significa que no estén, o que hayan desaparecido. Es que simplemente están trabajando de otro modo, buscando minar las bases del poder actual para salirse con la suya y recuperar posiciones perdidas.

Estar alertas y percibir este peligro no implica avalar al gobierno, que asume políticas equívocas en temas esenciales; sino recusar con firmeza las ac­ciones de una Mafia envilecida y en derrota, que trabaja a la sombra de un Poder que bus­ca ensangrentar nuestro suelo. Mucho ojo con eso.

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