Perú: A merced de los pillos, a merced de la pandemia

Christian Reynoso

Hemos pasado del “cono” marca Tubino al “puñetazo limpio” marca Burga. Símbolos que han nacido en la calle al calor de la indignación (que va en ascenso), ante el actuar de la mayoría de la clase política que, una vez más, está de espaldas al país. Léase Congreso de la República. Por ello, no nos sorprendamos que en los meses siguientes la crisis social, las marchas y el descontento reinen en todo el país, además, en medio de la crisis sanitaria que aún no termina de resolverse, a causa del Covid-19.

Los pillos del Congreso han logrado su objetivo al vacar a Martín Vizcarra amparados en una constitucionalidad entre comillas que obedece, más bien, a un manoseo grosero de la causal de vacancia, para con ello legitimarse en el poder. Sin embargo, más de la mitad de los 130 congresistas tienen denuncias y procesos en investigación. Para muestra: el ahora presidente del Congreso, Luis Valdez, tiene 52 denuncias; o Edgar Alarcón, presidente de la Comisión de Fiscalización, 36. ¿Acaso no resulta risible o más bien triste? En otras palabras, el Perú está hoy en manos de delincuentes de corbata y tacón, y de otros tantos pusilánimes.

La pandemia que sigue golpeando al país y que ha puesto en evidencia las grietas que nos muestran como una sociedad con innumerables falencias, desde culturales hasta materiales, que nunca han sido atendidas, necesita de una maquinaria poderosa, articulada, convocante y profesional para ser desterrada en el día a día y en el largo plazo, como ha venido operando aun con sus deslices. Pero esta necesidad de lucha parece estar lejos de las preocupaciones de la actual clase política, enfrascada en confabulaciones de horizonte personal y de grupo. Por ello que Merino en su reciente discurso haya agradecido más a sus amigos que en exponer una ruta clara contra la pandemia.

¿Hasta cuándo el Perú estará a merced de pillos disfrazados de políticos? ¿Cuándo acabará esta mala racha? Desde luego, esto no se resolverá solo con nuevas elecciones y nuevas autoridades, de tanto en tanto, porque ya está visto y comprobado que los peruanos nos equivocamos al elegir. Si un cono o un puñetazo pueden ser expresiones de desasosiego y rabia ante la frustración, que también se apliquen en reversa para abrirnos los ojos y no bajar la guardia en estos momentos de incertidumbre en los que se requiere de una mayor consciencia ciudadana en todos los niveles.

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