Perú: Lo que cuenta es el cambio

Patricia Donayre

Hay candidatos, voceros, influencers y apoyadores de los mismos, enfrascados en discusiones ideológicas de siglos pasados que defendiendo su zona de confort no ven pasar la realidad y tampoco la escuchan. Al creerse dueños de la verdad, consideran a quien no piensa como ellos es ignorante, pobrecito o “terruco” y pretenden imponer sus temores y discursos llenos de falacias con la finalidad de invadir de zozobra a la población.

Tal parece que no está haciendo efecto esa estrategia. Tal parece que la mayoría de peruanos no yace bajo el somnífero de la indiferencia y no se deja llevar por la prédica que no refleja su sentir.

No hay más que ver las últimas encuestas de IPSOS y DATUM donde la población expresa mayoritaria y claramente la necesidad de un cambio sin importar si ese cambio viene de izquierda; la ideología es lo de menos, lo que cuenta es el cambio. ¿Quién lo representa? Para la población es el rostro nuevo, quien no tiene un pasado de poder. Quien saliendo del Perú profundo interpreta su sentir y sus necesidades, no el que cree conocerlas sin vivirlas.

Siendo esto así, la alarma se enciende por un sismo de grado 8 en sectores que bajo la obnubilación de sus comodidades creen que el modelo económico, el sistema educativo, el sistema de asistencialismo y no de lucha contra la pobreza, deben continuar. Quizás si se pusieran los zapatos de ese 41% de peruanos que hoy tienen la intención de votar “por el cambio”, y maticen su discurso con alternativas que los incluyan, podrían revertir los resultados. Bien complicado ¿no?

Aún así, la candidata que los representa encarna antecedentes de corrupción que la persiguen con hechos concretos, su líder histórico encarcelado por crímenes y delitos, una bancada hegemónica 2016-2019 que ha confrontado, dividido al país y ha prolongado investigaciones, con claros blindajes a personajes ligados con la corrupción y ella misma involucrada en un proceso judicial del que podría verse temporalmente librada de salir elegida (si no lo revierte estando en el poder). Inmunidad presidencial la llaman.

Y además está su cerrada defensa a la Constitución de 1993 que no responde a la realidad de un país en donde las instituciones están seriamente debilitadas, en el que los poderes del Estado no tienen ese equilibrio que se reclama para un buen gobierno, en el que el modelo de economía de mercado que sí está plasmado en la Constitución (porque lo social, no deja de ser solamente un enunciado) y en su desarrollo legislativo ha terminado por asfixiar y condenar a la mayoría de la población a la vulnerabilidad y la pobreza, e inequidad.

Por otro lado, tenemos al mirar la encuesta al candidato que representa el cambio para los peruanos de las regiones que demandan presencia pública y desarrollo efectivo. Regiones que aportan al PBI nacional en su conjunto más que la capital y que sin embargo el retorno del crecimiento no se evidencia en sus territorios. Regiones a las que hablarles de un hipotético escenario de caos que se podría generar por la presencia de la izquierda no les frena en sus deseos del cambio, porque a diario viven esa situación por el olvido de un Estado centralista.

No obstante, el gran “pero” es conocer cómo se hará ese cambio. Las idas y venidas de comentarios de voceros y de quienes asumen posición con absoluto desconocimiento de la legalidad, hablando de disolución del Congreso, crear una asamblea constituyente sin decir la forma, disolución del Tribunal Constitucional, juegan en contra del candidato del cambio. Por lo que es necesario y urgente que sea él quien precise el qué y el cómo.

Un cambio de verdad sólo se puede hacer cambiando las reglas que nos rigen. Y esas reglas se establecen en un instrumento escrito que se llama Constitución. La Constitución es la que establece los principios elementales de acuerdo a los cuales se deben redactar las leyes. Establece las bases, los enunciados y la estructura. En otras palabras si no se cambian los pilares no es posible tener un edificio sólido. Por eso es tan importante que nos expliquen cuál será la forma de llegar a esa nueva Constitución. La Asamblea Constituyente que sería quien encarne la representación del máximo poder que es el pueblo, sería la vía idónea, pero necesariamente una Asamblea que coexistiría con el Congreso ya elegido, no que lo reemplazaría, ni lo disolverá, es imposible pues su encargo dado a través de referéndum sería sólo redactar la nueva Constitución, y bajo el marco de participación y para que represente los intereses de todos o de la mayoría, no se logra en un año.

En fin, así estamos, esperando explicaciones y menos enfrentamientos llenos de fundamentalismos y mentiras.

www.patamarilla.com/2021/04/lo-que-cuenta-es-el-cambio/

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