PERÚ: SOBRE EL CUERPO Y LA MEMORIA TRAUMÁTICA

Natalia Sobrevilla

Esta semana la discusión sobre qué hacer con el cuerpo de Abimael Guzmán ha dominado la conversación en el Perú. Esto a pesar de que su muerte, el sábado pasado, no debió tomar a nadie por sorpresa, ya que se trataba de un hombre de 86 años con una salud deteriorada, varios meses de huelga de hambre y casi 29 años de reclusión. Siete presidentes han pasado por el Poder Ejecutivo sin generar un debate sobre qué hacer con su cadáver cuando llegara la hora, lo que tarde o temprano iba a suceder.

Se trata, sin duda, de un ejemplo más de la dificultad que aún tiene la sociedad peruana para enfrentar el espinoso tema de la posguerra. Como dijo Eduardo González Cueva en su entrevista en Wayka, uno de los grandes problemas del país es que no hemos logrado entablar una discusión seria sobre lo que pasó en los años del conflicto armado. Se ha querido ver todo como blanco o negro, negando la posibilidad de una amplia variedad de grises. El trauma personal, como nos recuerda González, se debe tratar con terapia, usualmente hablada. Lo mismo sucede con los traumas sociales, así que mientras no logremos conversar de manera sensata y respetuosa de lo que nos pasó, y por qué nos pasó, no podremos superarlo.

Este es un punto muy importante, ya que, si bien recorrimos el proceso de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y tenemos varios museos y lugares de memoria a nivel nacional, todavía no logramos hablar del tema sin perder la ecuanimidad. El profundo trauma que cargamos aún no se ha resuelto. Por eso se ha esperado hasta el último momento para enfrentar lo que hacer con el cuerpo del cabecilla de Sendero Luminoso.

No se trata de un problema sencillo porque, al no haber habido una discusión sobre los motivos que nos llevaron a la violencia, han emergido grupos que reivindican la ideología de SL y quieren tener un lugar donde venerar los restos de su líder. Esto, por supuesto, no se puede permitir, y fue por ello que se dio una ley para eliminar el mausoleo construido para él de manera ilegal en un cementerio de la capital.

Los senderistas eran particularmente sanguinarios, y la manera como trataban los cuerpos de las personas a las que asesinaban muestra que no tenían respeto por los caídos y, menos aun, por sus deudos. A los que consideraban ‘soplones’ les cortaban la lengua y los dejaban en la calle con un cartel encima para que sirvieran de escarmiento a los demás; en muchos casos prohibían a las familias enterrar a sus muertos y los obligaban a dejarlos a la intemperie para que se los comieran los perros y las aves de carroña. En casos excepcionales como el de María Elena Moyano, no solamente la mataron frente a su familia, si no que dinamitaron su cuerpo en Villa El Salvador ante los ojos de todos los que pudieran verlo.

No tenían respeto alguno por los cuerpos, pero ¿eso da pie a que el Estado cobre venganza sobre el de su líder, muerto después de 29 años de prisión? El respeto por el cuerpo de quien ha muerto es una muestra de civilización. Una de las tragedias griegas más conocidas, la de Antígona, versa justamente sobre su deseo de tener un funeral apropiado para su hermano. El castigo divino cae sobre toda la familia de Creón al no permitirle que entierre a Polinices.

En el Perú de los años de la violencia hubo miles de Antígonas que han buscado darles sepultura a sus seres queridos. Tenemos casi 20.000 personas que todavía no han sido identificadas, algunas en fosas comunes, otras en los depósitos del Ministerio Público, y eso es una vergüenza. Es imperdonable que el Estado y la sociedad en su conjunto no se haya hecho cargo de estas injusticias. Pero el hacer lo mismo con los restos de Guzmán tampoco es una forma de alcanzar la justicia.

Hace unos días me entrevistaron sobre el tema y dije que no importa qué se decida, siempre habrá descontento. Al final el Congreso ha tomado la iniciativa y va a ser cremado, aunque no estoy segura de qué se hará con las cenizas.

Espero que esto permita comenzar a hablar más sobre nuestro trauma social, y que no lo dejemos debajo del tapete como venimos haciendo desde hace tres décadas.

https://jugodecaigua.pe/sobre-el-cuerpo-y-la-memoria-traumatica/

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