PERÚ: DOS PROBLEMAS QUE IMPIDEN MÁS VACUNACIONES

Hugo Ñopo

Alejandra Ruiz León apuntó en su artículo del último lunes que en el Perú aún falta vacunar a personas que ya podrían haberlo hecho. Entre las posibles razones enumeró la dificultad de los horarios, un acceso restringido a la información, la confusión y el cansancio. En su párrafo de cierre, Alejandra hace un llamado a respuestas proactivas a los problemas de la pandemia, como el esfuerzo piloto para vacunar en mercados y espacios públicos.

Estoy de acuerdo. En políticas activas de oferta de vacunas se necesita un empujón extra, pues el lado de la demanda tiene un par de problemas estructurales que me gustaría discutir aquí.

El primero es la comprensión lectora de la población. Las pruebas PISA ya nos han mostrado esto con mucha claridad desde el año 2000, cuando participamos de la medición por primera vez. Recordemos que esa evaluación es aplicada a jóvenes de 15 años. Por lo tanto, quienes rindieron la prueba el 2000 hoy tienen alrededor de 36 años y debieron haberse vacunado hace varios días, pero un porcentaje importante aún no lo ha hecho. Muchos de nuestros jóvenes no comprendían lo que leían. Ahora, además varios de ellos, especialmente los que no han seguido estudios más allá de la secundaria, han disminuido su capacidad de comprensión.

En las pruebas PISA hemos mejorado en estas dos décadas, pero nuestros resultados aún son muy bajos. En la medición más reciente (2018), 54% de los jóvenes no están en capacidad de comprender lo que leen.[1] No solo tenemos una de las tasas más altas de falta de comprensión lectora, también somos uno de los países en los que la diferencia entre pobres y ricos es más amplia. Alrededor de 3 de cada 4 jóvenes pobres no tiene capacidad para entender los mensajes que recibe. Vale recordar que la capacidad de comprensión lectora y la capacidad de comprensión oral están vinculadas, así que tanto los mensajes impresos como los hablados tienen limitaciones para llegar a la comprensión de la población objetivo.

No son pocos los peruanos a los que los mensajes sobre la vacuna y los cuidados frente al Covid-19 les “pasan de largo”. Por más que algunos tengan la disposición para prestar atención, no consiguen decodificar apropiadamente los mensajes. Pero no todos tienen tal disposición.

Esto me lleva al segundo problema estructural: el tiempo. Hay muchos peruanos a los que no les alcanza. La Encuesta Nacional de Hogares registra que, antes de la pandemia, 1 de cada 6 de nosotros pasaba más de 60 horas a la semana trabajando. Las horas perdidas en el tránsito, también antes de la pandemia, venían creciendo a un ritmo elevado. No contamos con mediciones actualizadas, pero es probable que en la vuelta a la normalidad esto no haya cambiado mucho.

No solo utilizamos muchísimo tiempo fuera de casa, nuestras demandas de tiempo al interior de los hogares también son importantes y han aumentado. Ahora que pasamos más tiempo en casa, nuestras viviendas necesitan mayor mantenimiento y abastecimiento. Varios tenemos historias de terror de la vez que falló alguno de los servicios en casa y tratamos de comunicarnos con el proveedor para una solución que tardó en llegar. Y para completar la problemática, nuestros niños y jóvenes ahora necesitan un mayor acompañamiento escolar y socioemocional.

Nuestra atención ha recibido demandas adicionales. Esto no solamente reduce el tiempo disponible, sino que también aminora la capacidad de concentración en el menor tiempo que nos queda. Añadamos que nuestra capacidad de generación de ingresos ha disminuido de forma tal que hoy casi 3 de cada 5 trabajadores del país no consiguen llevar a casa en un mes S/ 930, el equivalente a la Remuneración Mínima Vital. Generamos menos ingresos, lo que requeriría que busquemos un segundo o tercer oficio para hacer que las cuentas cuadren.

Vivimos en un contexto de escasez múltiple. Escasez de tiempo, de dinero, de atención, de paz mental. Así, cuando alguien en tal situación consigue decodificar algún mensaje sobre la vacuna, no le resulta sencillo tomar la decisión de asignar un bloque de tiempo para ir a ponérsela. Esto es lo que Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir han descrito como el proceso de entunelamiento mental en el que caemos algunas veces, cuando bloqueamos nuestra capacidad de tomar decisiones racionales.

Por lo tanto, comprender estos dos problemas estructurales de la demanda por vacunas ayudará a diseñar mejores estrategias activas.

Cierro con un llamado al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), pues entender mejor nuestro problema de escasez de tiempo requiere de instrumentos estadísticos. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) es la herramienta por excelencia para ello. Es lamentable constatar que la ENUT más reciente tiene once años de antigüedad. Muchas cosas han cambiado y necesitamos datos actualizados. Requerimos con urgencia no solamente una nueva ENUT, sino también un plan de actualizaciones periódicas. El tiempo es una dimensión básica de bienestar, no lo descuidemos.

[1] 60% de nuestros jóvenes no tienen capacidad de hacer interpretaciones y operaciones matemáticas básicas, necesarias para el día a día. Sobre esto escribiremos en una próxima oportunidad.

https://jugodecaigua.pe/dos-problemas-que-impiden-mas-vacunaciones/

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