Perú: La ausencia de sanción

Carlos León Moya

El fantasmal José Tello podrá pasar a la historia como el ministro más incongruente del siglo XXI: el de Justicia en un gobierno que ha refinado la injusticia como norma.

En lugar de la sanción para quienes cometen un delito, el gobierno de Dina Boluarte ha patentado un nuevo método. Un trueque: sentencia no, bono sí. Para ellos, es más fácil y conveniente –y más rápido– entregar dinero a los heridos y deudos en lugar de permitir que busquen justicia. Mira todo lo que demora el Poder Judicial, qué lata esperar a la Fiscalía, qué horrible lidiar con abogados. ¿Sanción a los culpables? Mejor toma esta plata, que es más sencillo.

A esto podemos añadir la pantomima, la actuación, el simulacro. Por ejemplo, el 7 de marzo, Dina Boluarte fue finalmente a la fiscalía para dar sus declaraciones en su proceso por genocidio y homicidio. Horas después, la Fiscalía y Presidencia publicaron orondos que Boluarte era interrogada por la fiscal Patricia Benavides, y que ya había acabado su diligencia. Sin embargo, Boluarte nunca declaró. Benavides no dejó ingresar ni a la procuraduría ni a la defensa del lado acusatorio. Al final, en ese tira y afloja de Benavides por proteger a Boluarte como si de su hermana se tratase, la audiencia terminó por suspenderse. Boluarte nunca habló. Se fue a Palacio de vuelta, seguramente tranquila por una nueva evasión.

Este modo de huir a la sanción se aplica a otros espacios. Por ejemplo, en el de los seis miembros del Ejército fallecidos trágicamente mientras cruzaban el río Ilave por orden de un superior, según testimonios de los sobrevivientes. Hasta ahora, lo único cierto es el intento deliberado de las Fuerzas Armadas por enterrar el caso. Primero, hicieron un comunicado sin mucha lógica. Luego, culparon a los manifestantes (primero dijeron que eran 400, después que eran 800). Y hasta ahora, ninguna acción efectiva, a pesar de que el oficial a cargo de la operación tiene, entre otras cosas, denuncias por abuso sexual.

Hace solo unos meses, un caso como este hubiera llevado a la caída de un ministro como mínimo. Pero en estos tiempos, no genera nada.

Pero esta ausencia de sanción va más allá de lo jurídico. También se ve en lo político.

Por ejemplo, el 6 de marzo, el ministro de Educación, Óscar Becerra, comparó a las mujeres aimaras con animales, donde además los animales llevaban la mejor parte, y dijo que, para él, ellas “alquilaban a sus hijos”.

Entiendo que una frase tan racista y clasista sea difícil de creer. Por eso, voy a poner la cita textual:

“Ni siquiera los animales exponen a sus hijos (como ellas). Lo vemos todos los días en estos canales de naturaleza, donde una madre muere defendiendo a sus hijos para que no sean atacados. ¿Se les puede llamar madres a las que llevan a sus hijos (a las marchas) y los exponen a la violencia de las que estamos siendo testigos? ¿A ese extremo de manipulación podemos llegar? Yo dudo que sean las madres. Yo creo que, tal vez, en la extrema necesidad en que se encuentren algunas mujeres lleguen a alquilar a sus hijos para que sean llevados a esto”.

Lo peor es que Becerra, una reliquia de los años cuarenta cuya inteligencia es tan escasa como sus principios, siguió echando espuma y ratificó sus dichos, incluso de peor forma, en radio Cutivalú y Exitosa.

Pero hay algo aún peor: a Becerra, finalmente, no le pasó nada. El 8 de marzo, día internacional de la mujer, publicó un comunicado mediocre pidiendo disculpas, y listo. Aquí todo bien.

La presidenta evade cualquier proceso que lleve a una sanción. El primer ministro, que dijo que “no sabía” de los planes operativos de las Fuerzas Armadas en Ayacucho y que durante horas dio órdenes de “respetar la vida”, evade también esos procesos con sus declaraciones. Los ministros no reciben sanción política. Las Fuerzas Armadas y la Policía tampoco sancionan a nadie. En el Perú de Boluarte, la injusticia es casi el nuevo símbolo patrio. Deberíamos cambiar de lema: “felices y firmes por la ausencia de sanción”.

A la única que le ha pasado algo es a Grika Asayag, la exasesora de Boluarte. Pero no porque la presidenta busque algún tipo de justicia, sino porque aguantó y aguantó y aguantó y trató de mantenerla a flote hasta que no pudo ayudarla más y se hundió, como se hundirán ellos en los meses por venir.

Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 626 año 13, del 10/03/2023, p13

https://www.hildebrandtensustrece.com/

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