Perú: PPK y el perro simpático

Gustavo Espinoza M.

La declaración de Pedro Pablo Kuczynski luego de su entrevista con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, -“América Latina es como un perro simpático para EE.UU- resiste dos interpretaciones. Ninguna de ellas es buena, ni se ajusta a la verdad. Veamos.
La primera manera de leer este breve texto, nos lleva a suponer que para PPK, el sub continente es una animal amaestrado, dócil y fiel a los Estados Unidos, que juega el papel de amo en esta historia.

Esta visión, es insolente y, además, inaceptable no sólo por su carácter, sino porque, adicionalmente, provendría del Jefe de Estado de un país latinoamericano formalmente independiente y soberano, que tiene historia, cultura, tradición de lucha, hombres notables e insobornable futuro.

La otra versión es menos agresiva, aunque también indigna. Supone que para ese país -Gringolandia- sus autoridades y su gobierno, América Latina asoma como un perro simpático. Nos ven como un animal casero, domestico, inofensivo y bonachón, siempre fiel; que nunca se alzara, porque está convencido que ellos, son “el amo”.

Tampoco se justifica esta infeliz manera de ver la cosa, atribuible, quizá, al “humor inglés” que suele usar el mandatario peruano, y que muy pocos aseguran comprender .

Y tal vez ocurra eso porque la declaración deriva de una conversación con Donald Trump, un Presidente que se vanagloria de su ignorancia y que no conoce de la misa a la media acerca de lo que ocurre al sur de Río Bravo, el límite no sólo geográfico, sino también intelectual de sus conocimientos.

Este Presidente yanqui, por lo pronto, sí parece dispuesto a “soltarle los perros” no los “simpáticos” precisamente, sino los más agresivos;, al gobierno bolivariano de Venezuela. Y en eso, sí que coincide con Kuczynski, ¡cuidado!.

Estados Unidos es una gran potencia situada al norte de nuestro continente y que juega el papel de “fuerza dominante”, hasta hoy, en buena parte de nuestro suelo, y del mundo.

Compró Alaska, al antiguo Imperio de los Zares, se anexó a sangre y fuego importantes territorios de México hasta cercenar el país, invadió -con su infantería de marina casi todo Centro América y el Caribe, e impuso en varios países gobiernos abyectos, como Batista, Somoza, Duvalier, o Rafael Leonidas Trujillo.

Incluso más al sur, en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil y otros; favoreció regímenes -y los mantuvo- que observaron una práctica servil y obsecuente, con la sola condición que fueran -ellos sí– perros cancerberos de sus intereses: Rojas Pinilla, Pérez Jiménez o Alfredo Strossner, las más “brillantes” estrellas de ese firmamento.

Pero en todos los casos, esa es una historia del pasado, que hay que recordarla, no para negarla; sino para que no se repita nunca.

Hasta los años 50 del siglo pasado, América Latina fue apenas, una enorme despensa -un simple granero- en las que se hallaban las grandes reservas de los monopolios yanquis. Allí tenían una fuente segura para el manejo de sus recursos.

En ese periodo, hubo luchas heroicas libradas por hombres valerosos que tejieron leyenda. Se puede contar, entre ellos, a Doroteo Arango – más conocido como Pancho Villa- y a Emiliano Zapata; pero también a José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba y faro cimero del pensamiento continental; y Augusto C. Sandino, el primero que derrotó a los yanquis al frente de su “Pequeño Ejército Loco”.

Y a muchos pensadores de nuestro continente, como José Antonio Mella, Aníbal Ponce o José Carlos Mariátegui.

Desde el pensamiento y la pluma de estos hombres, América comenzó a actuar de modo independiente. Y a percibir que era cierto el sueño de Bolívar: construir la Patria Grande a partir de la unidad de los pueblos de todo el continente.

A partir de la Revolución Cubana, el sub continente pasó a ser un verdadero campo de batalla en el que los pueblos libraron duras luchas para recuperar sus riquezas materiales, y su dignidad.

Y es que la experiencia de la Sierra Maestra sirvió para demostrar que también en esta parte del mundo, era posible acabar con el dominio del Imperio y forjar un nuevo orden, más humano y más justo.

A partir de Cuba en este inmenso escenario continental marcharon dos procesos en sentido contrario.

Uno liberador, encabezado inicialmente por Juan Velasco Alvarado, Salvador Allende y Juan José Torres; que se complementaria luego con la gesta emancipadora bolivariana liderada por Hugo Rafael Chávez, y que vive hoy -y lucha- en la conciencia de millones de hombres y mujeres de todo el continente..

Y el otro, reaccionario, urdido a espaldas de los pueblos, y orientado a exterminarlos. A la cabeza de él, Augusto Pinochet, Jorge Videla y Alberto Fujimori, ocuparon los sitiales más prominentes, para concluir sus administraciones en trágicos baños de crueldad y de muerte.

La liberación de los pueblos de nuestro continente, está hoy en juego. Puede sufrir –y de hecho, ha sufrido ya- contrastes y pérdidas, pero su ascenso a la victoria resulta inexorable. La historia no se detiene, ni retrocede jamás.

En todos los casos, asciende “en espiral” –como decía el viejo Marx-, pero avanza siempre, del mismo modo que avanza la ciencia, la tecnología, el conocimiento humano.

Por eso es infeliz, la expresión de Kuczynski, quien ha dedicado también una parte de su vida, al cuidado de perros. Él sabe que ellos son fieles; pero también, son nobles.

Es posible que el señor Trump -que quizá ni se enteró de lo dicho por el señor Kuczynski- ignore esto último, porque finalmente los perros no dedican sus vidas a acumular inmensas fortunas explotando a sus semejantes.

En todo caso, es mejor poner cada cosa en su lugar: los perros son los perros y los países son los países. En inglés, o en castellano, es igual.

Gustavo Espinoza M, miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe

Se publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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