Enredados en las redes

Nelson Manrique Gálvez

Cada día se hace más evidente la importancia que Internet y las redes sociales vienen adquiriendo en el quehacer político. Los ejemplos abundan. En lo positivo, la capacidad de unificar voluntades, articular acciones en defensa de plataformas concretas, hacer un seguimiento regular de las medidas que comprometen los intereses ciudadanos, a través de blogs que congregan a ciudadanos decididos a hacer escuchar su voz.

También Internet puede convertirse en un cementerio de las ilusiones fallidas. Está la caída libre en la que ha entrado la popularidad del alcalde Luis Castañeda Lossio ahora que las redes permiten hacer un seguimiento diario de sus iniciativas y ya no puede moverse con la libertad con que lo hacía antes. El borrado de los murales de Lima, la destrucción de la reforma de transporte, la liquidación del proyecto Río Verde, la construcción de un by pass sin estudios previos y sin autorizaciones, la destrucción de la playa La Pampilla, su inasistencia total a las sesiones del Consejo son el tipo de acciones que Castañeda podía permitirse contando con la complicidad de los grandes medios de comunicación y una política que combinaba el cinismo y los hechos consumados. Así se desempeñó en sus gestiones anteriores y parece que aún es incapaz de entender por qué la receta hoy no funciona más.

En otras oportunidades las redes sociales pueden desnudar las miserias de los hombres públicos, como lo ha mostrado el intercambio producido esta semana entre el congresista arequipeño Juan Carlos Eguren y el líder de Tierra y Libertad, Marco Arana.

Eguren es uno de los líderes más destacados del PPC y su visión de las cosas es hoy hegemónica en el partido de Lourdes Flores. Se ha distinguido como uno de los más importantes defensores de los intereses de la Southern. Ha aparecido asimismo apadrinando al Colectivo por el Desarrollo de Islay, un grupo que apoya al proyecto minero y niega tener vínculos con la Southern, pero que tiene un integrante, Néstor Flores, que recibió 100 millones de soles de la empresa para financiar obras, según la investigación del portal arequipeño ElBuho.pe. Gracias a los buenos oficios de su padrino al colectivo se le abrieron las puertas de importantes medios de comunicación en Lima y de varias oficinas del Estado.

Eguren inició el intercambio en las redes enviando un post que tenía como uno de sus destinatarios a Marco Arana. “¿Quién sabe –preguntó– en qué distrito nació el presidente Gonzalo, Guzmán, el desgraciado terrorista? Nació en la zona del conflicto de Tía María, por eso lo quieren reivindicar” (me he visto obligado a introducir algunas imprescindibles correcciones ortográficas y gramaticales al texto de Eguren). La respuesta de Marco Arana fue preguntarle si había perdido la razón o si sufría algún problema psicótico, a lo que Eguren respondió: “Yo no tengo muertos en mi conciencia como usted, yo no le robé a la Iglesia como usted, yo no vivo como rico sin trabajar”. Arana respondió: “Usted miente, miente. Insulta y ofende, e incluso amenaza. Pensé que se podría debatir. Está claro que eso no es lo suyo”, dando por terminado el intercambio. Eguren contestó, fuera de sí: “Cuando respondas por las viudas y huérfanos que dejaste, habla, miserable”.

La inmunidad parlamentaria protege a Eguren de una eventual demanda judicial y es poco probable que Arana lleve el caso ante la justicia. Pero del juicio del cual no puede escapar es el de los ciudadanos que se han convertido en depositarios involuntarios de sus desbordes verbales desde que decidió subirlos a las redes sociales. Asociar la oposición del campesinado del valle del Tambo al proyecto de la Southern con que Abimael Guzmán nació en la zona es el tipo de disparates que uno puede permitirse soltar en el ámbito de su esfera social más íntima, pero que tienen consecuencias desastrosas cuando son lanzados en las redes sociales. Se trata de una versión extrema del discurso que hoy agita la derecha más primitiva, acusando de “terroristas” a todos los que se oponen al proyecto de la Southern. Llama la atención que un parlamentario que uno asume que debiera tener cierta experiencia política –más aún si es asesorado por Carlos Raffo, el autor de la expresión “terrorismo antiminero”– cometa un desliz digno de un adolescente incapaz de distinguir entre los disparates que uno se puede permitir soltar alegremente entre amigos y las cosas que pone por escrito en las redes, que fácilmente pueden convertirse en un pasaje a la inmortalidad.

Para bien o para mal, guste o no, el mundo está cambiando.

http://www.larepublica.pe/columnistas/en-construccion/enredados-en-las-redes-05-05-2015

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